Sentimos miedo ante lo que se avecina de retroceso social con la llegada de partidos ultraderechistas al poder. Es un viento que recorre Europa, solo contenido en Alemania por razones obvias que dudamos se mantengan mucho tiempo. Muchas personas nos preguntamos ¿Qué ha ocurrido para que las ideologías que pensábamos totalmente erradicadas nos invadan de nuevo? ¿no aprendemos las lecciones de la historia? Parece que son preguntas que no tienen respuesta, al menos de momento. O si la tienen, les reconozco que a mí se me escapa.
Pensábamos que la sociedad en su conjunto había asumido la diversidad sexual, que cada cual se sentía atraído/a por quien fuera sin tener que ocultar su condición. Pensábamos que la igualdad entre hombres y mujeres estaba interiorizada desde la más profunda conciencia del ser humano y que era inaudito y condenable, la mínima discriminación por género. Como estábamos seguras de que el problema racial no nos afectaba tanto como a otros países, entendíamos que el racismo era cosa de yanquis, quizá porque el cine se ocupó de contarlo.
Cuando nos dimos cuenta de que todas esas seguridades se nos volteaban y surgían voces que habían perdido la vergüenza a decir que sí, que eran machistas -si no lo decían pero lo demostraban, casi lo sentimos peor- que hombres y mujeres pueden amar y follar con gente de su mismo sexo a condición de hacerlo en secreto, a puerta cerrada tornando a un armario profundo del que no se puede salir a menos que arriesgarse a represalias en donde no se garantiza la seguridad física del colectivo. Y lo del matrimonio igualitario es nefasto, no digamos lo de formar familia con hijos y todo. Lo del racismo debimos verlo venir con solo auscultar qué y cómo convivimos con el pueblo gitano, de mal a peor pasando por un paternalismo muy feo. Se trata de tener la suficiente gente cerca con costumbres diversas a las nuestras, con la piel más oscura y rezos a dioses diferentes. No somos racistas cuando no tenemos más raza que la nuestra cerca, sobre el papel es estupendo hacerse los comprensivos.
Nos dimos cuenta de que todo lo que dimos por conquistado, por asegurado en una sociedad modélica no lo era tanto y comenzó la perplejidad ante los grupos políticos que salían del armario con la fuerza que da la pertenencia a una parte numerosa de la sociedad que comenzaba a escalar puestos políticos de importancia. Los votos de Vox en las últimas elecciones ascienden a 1.600.000, cantidad nada desdeñable ni despreciable.
La risa se nos cuajó en la cara al comprobar que las absolutas imbecilidades escuchadas (antivacunas, negación del Covid, del cambio climático, hasta querer eliminar los carriles bici de las ciudades y revertir la eliminación de tráfico rodado por las mismas…) no producían repulsa o condena. Al revés, gente hasta entonces consideradas normales comenzaban a despachar argumentos inverosímiles para una inteligencia media. La llegada al poder de Donald Trump nos demostró que no fue Bush el colmo de la estupidez presidencial sino que era posible que un iletrado, mala persona, abusador, mentiroso hasta la náusea, tramposo donde los haya, trifulquero y malandro, llegaba al poder y no solo eso, sino que la gente le aclamaba y estaba dispuesta a guerrear por él. Gente que, supuestamente, él despreciaba y maltrataba con sus políticas neoliberales a ultranza. Encontramos que latinos, población afroamericana, mujeres, incluso lgtbi, no le votaron mayoritariamente pero sí en proporciones preocupantes.
A la vez, subieron a pulpitos pícaros tan previsibles que pensábamos que solo mentes muy embrutecidas podían seguir. Y no. Las sectas evangélicas de ultra derecha se han forrado con los millones de adeptos que consiguen en turbamultas irrisorias con milagreros que escenifican un teatro ridículo. Tanto, que a la gente woke nos hizo dudar de la lucidez del personal que veíamos desmayarse ante la ridícula escenografía o aplaudir con emoción viendo al hombre de color naranja blandiendo una biblia (él, que se ha saltado todos los mandamientos antes de lavarse los dientes cada mañana)
¿Qué le pasa a una humanidad que ha conseguido curar enfermedades, subir al espacio, bajar a las profundidades marinas, crear internet, concebir a Shakespeare, Cervantes o Coppola?
Les he repetido varias veces en este dialogo que mantengo con lectores/as a través de estas páginas y de las redes, que creo ser buena esbozando preguntas, pero nula, encontrando respuestas. Por eso me permitirán que no responda a las cuestiones que este artículo plantea.
De lo que sí estoy segura es que esa sociedad que anhelan los ultras, no existe. O no existe de forma mayoritaria, porque a lo mejor si buscamos grupos indígenas, o integrantes de sectas herméticas y cerradas a cal y canto al exterior, como digo, a lo mejor sí que hay núcleos humanos en los que no haya personas lgtbi, o mujeres que anhelen los mismos derechos de los que ha gozado la población masculina y deseen tener control sobre el propio cuerpo y derecho a una sexualidad sana, satisfactoria y libre. Mujeres que se sientan satisfechas atadas a una recua de hijos, sin salir de casa, y al hacerlo amarradas al marido. Mujeres sin libertad ni derechos. Mujeres que no puedan trabajar, ni abortar, ni contar en la función publica. Mujeres de la Sección Femenina, como nuestras abuelas. Es posible que haya alguna, pero no las conozco, no las veo, curiosamente, ni en sus propias filas.
Es posible, como digo, que exista alguna isla perdida en el abisal océano que no quiera vivir en libertad, que desee mantener el privilegio de unos pocos sobre la mayoría, que piense rescribir la historia a la medida de sus intereses o creencias, que no se cuestione una fe religiosa que impone a una paloma como padre de Dios y nos obligue a creerlo. Es posible que en algún mundo recóndito, se piense que el clima no ha cambiado nada, que el mar puede ser expoliado sin mesura, que se puede esquilmar agua de los humedales que nos permiten la vida, que cazar y torear son cultura, que el niño/a es un ser etéreo que solo hay que ideologizarlo con el bien, como que la virgen María es madre y virgen a la vez, como a Cristo que resucitó al tercer día y como que la Armada Invencible fue gloriosa y triunfadora y que los niños llegan en el pico de una cigüeña o salen debajo del bancal de coles.
Es posible. Pero, reconozcamos , que poco probable. Y sobre todo, escaso.
Porque el mundo de la ultraderecha no existe, por más que con sus gritos y exabruptos, se empecinen en voltear el calendario hasta la Edad Media. Es un mundo falso, creado por mentes perversas para cubrir el miedo de una población asustada por los tiempos antes los que se sienten impotentes. La ideología que pretenden instaurar es falsa de principio a fin concebida para la manipulación de incautos con fines espurios.
La homosexualidad masculina y femenina no es un descubrimiento reciente, existe desde el origen de la humanidad. Y la historia nos lo cuenta a pesar de la tergiversación interesada que hizo ocultar el gusto de Julio César por los efebos, de Adriano por jovencitos o de Alejandro Magno por sus generales. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-07-11/aquiles-gilgamesh-magno-homosexualidad-antiguedad_3451804/De la femenina podríamos hablar largo y tendido si las excluyentes celosías de las clausuras monacales pudieran contar lo que en las celdas se ha cocido. Cuanto podríamos contar las mujeres de mi generación -obvio que las anteriores también pero lo ignoro- de los “amores” embravecidos entre dulces monjitas con las que convivimos en nuestros años de infancia y juventud. Por no nombrar a las consabidas integrantes de la Sección Femenina donde se acogieron las mujeres que no querían ni podían casarse y no tenían vocación monacal. La fama de esas damas, llegaba, incluso, a sus compañeros de Falange que bromeaban con ello.
Su mundo no existe porque hemos evolucionado hasta una sociedad más justa que reconoce la diversidad y las diferencias sin marcarlas con la discriminación clasista ni sexual. La sociedad se ha desarrollado con el pensamiento filosófico de muchas personas, con la literatura, con el teatro, con el cine, con el arte, con la ciencia. Y a menos que nos hicieran un lavado de cerebro total y nos amputaran la memoria, no conseguirán imponer a quien ha disfrutado de libertad, las nuevas cadenas que amputen el futuro. Porque lo que niegan está entre ellos.
¿Qué hará Abascal u Ortega Smith, incluso, Buxadé si tienen un hijo gay o una hija lesbiana, transgénero o simplemente feminista? ¿Qué harán los fanáticos de turno cuando una, aunque solo sea una persona cercana les mire de frente y les rete a demostrar con qué derecho le impiden abortar?
Porque el mundo es diverso. Nosotras, las personas progresistas (lo de woke ya lo dije una vez y no se repite…) solo hemos que mirar alrededor y comprobar qué es y cómo es nuestra sociedad, adaptando las creencias a la realidad. Realidad intangible para la gente de bien. Que eso es otra cosa. Quizá los anteriormente nombrados, lo que son es grandes, grandísimos hipócritas que mienten al mundo pretendiendo convencerles de lo que no hacen. De lo que no son.
Ante esta realidad, solo podemos luchar con la culturización. Lo de que son grandes, grandísimos hipócritas es otro hecho innegable. Defienden la familia desde la promiscuidad, el divorcio y la concupiscencia más absoluta. Defienden valores militares quienes se negaron a hacer la mili, el catolicismo quienes no pueden comulgar porque estar divorciado es anatema en la iglesia. Envían a abortar a sus amantes ocasionales si les molesta la posibilidad de ser padres. Viven subvencionados quienes hablan de liberalismo, paguitas a inmigrantes y mantienen chiringuitos infames quienes posan con el libro de Adam Smith como biblia cotidiana.
Viven en una burbuja falsa, en donde lo que se dice es justamente lo contrario a lo que se hace. En ese sentido, son maestros. Maestros del disimulo, del doble lenguaje y de la extorsión social. Pero la realidad es que su mundo no existe. Hay que repetirlo hasta la saciedad.
A los seguidores de esa ideología, les deberíamos argumentar que miraran dentro de su propia casa. Ahí, seguro, van a encontrar la realidad que los ultraderechistas infames, niegan con fuerza. La vida, la sociedad que avanza y crece en valores de justicia, libertad, equidad, solidaridad e igualdad.
Porque no lo duden. Su mundo no existe.
María Toca Cañedo©
Hafaltado más educación , tenemos a una sociedad muy infantil, donde la crítica no existe y no votan porque les da PEREZA. Buen artículo María como siempre un placer. Salud
Creo que tiene mucha razón. Convalecemos de una falta de cultura crítica.
Gracias, Irene por sus palabras y lectura
Su artículo me parece muy acertado en su análisis general de la situación que estamos viviendo y que se nos antoja muy preocupante por lo que pudiera pasar en las elecciones generales. A mí me sucede lo mismo que a Vd en cuanto a las respuestas , ni las encuentro ni creo que sea posible . Sólo se que lo que está se mi mano es la acción política dando a conocer mis opiniones a quien me la pide. Cómo siempre acudiré a las urnas con la esperanza de todo esto sea como una pesadilla de la que podamos escapar.
Muchas gracias por sus artículos.
Gracias,Emilio por sus palabras y lectura. Poco podemos pero mantener la firmeza de la razón, ya es mucho