Es difícil escribir sobre algo que no tenemos opinión formada del todo. Y no porque no hayamos hurgado y escuchado hasta la saciedad en ambos bandos del espectro político venezolano. Al revés. Hemos escuchado a los exiliados que llegan a España maltrechos, con la carga de nostalgia y tristeza de cualquier exilio, como se les endurece el gesto cuando preguntamos, cuando queremos saber qué es, que fue el chavismo para ellos. Se les agría la sonrisa, tensan la mandíbula cuando soltamos nuestra ideología social labrada en Occidente, desde dentro de una sociedad con mil faltas, con precariedades pero que nada tiene que ver con la suya.
Reconozco que he tenido más ocasión de escuchar a los disidentes que a los chavistas por la sencilla razón que esos están allí. Pero también. Algunos, bastantes, lanzan proclamas calcadas de la publicidad oficial y no sirven, son beneficiarios de un régimen que les subvenciona con largueza. Los hay, en cambio, que hablan de Hugo Chávez con devoción, de cómo devolvió el orgullo al pueblo que permanecía subsumido en la humillante pobreza latina. Desde la atalaya del criollo que se considera amo y señor de vidas y haciendas, que preconiza la sociedad decimonónica y excluyente, Chávez devolvió a ese pueblo el orgullo. Por tanto valoramos su figura y sus gobiernos como uno de tantos ensayos de América Latina para salir de los anclajes que la aquejan históricamente.
Venezuela tiene un gran problema: demasiado petróleo. Una enorme cantidad de petróleo. Y eso le hace ser pieza codiciada por Occidente. Chávez revistió de rebeldía lo que era un mero pataleo de “cambiar algo para que todo siga igual” Repartió riqueza…con cuentagotas, al pueblo le cayeron migajas de la gran tarta de los años de opulencia. La economía venezolana se hizo subsidiaria de su oro negro, repartió riquezas por la casa de los amigos como si fuera Papa Noel y de esa forma ganó adeptos, incluso en Occidente. Cuando llegaron los tiempos de la bajada de precios petroleros, la economía venezolana que no supo prever el desastre ni apostó por diversificar su fuente de ingresos, entró en colapso. No supieron explotar otras vías económicas que expandieran la economía más allá del petróleo. Hicieron de Venezuela un país que importa todo, que pagaba con barriles…hasta que el precio dejó de ser viable.
También la derecha criolla, malcriada, encerrada en el coro de sus privilegios le hizo la guerra desde el principio. Como se la hacen a todos los gobiernos que huelen ligeramente a socialismo y sulfuren sus privilegios. La derecha venezolana, como la peruana, brasileña, ecuatoriana, salvadoreña, mexicana…no transige con nada. Lo quiere todo. Desean mantener a un pueblo esclavo en sus haciendas mientras ellos pastorean los dólares en Miami o en Nueva York al poder ser con avión privado y desayunando enfrente de Tiffanys. Quieren un pueblo subyugado, humilde, que ate las cuerdas del corsé mientras grita: “Sí, señorita Escarlata” Servilismo esclavo. Todo el que saque los pies del cesto, cantazo de la CIA que para eso están los USA tan cerca, vigilando su patio trasero.
En la realidad venezolana no hay líderes con mesura y carisma. Por un lado, Chávez dejó huérfano a una parte del pueblo que admiraba su carisma popular, su carácter personalista y su economía errática. No supo hacer de su política ideario que trascendiera su figura. Caudillismo, como el consabido en el otro espectro político. Faltando él, era cuestión de tiempo que se desmoronara el chavismo. Maduro es un monigote que ha creído su papel mesiánico de ser hijo de Chávez. Y no le llega ni a los zapatos. Pero tira de la misma política
Esa política son meros parches a la gangrena que sufre Venezuela. Jamás entraron a desmontar el entramado de una economía capitalista salvaje como la que padecen. Construyeron barrios para que la gente sin hogar tuviera techo, les subsidiaron y les armaron con la consecuencia de inseguridad y de terror que mantiene a Caracas encabezando las ciudades inseguras del mundo. La sanidad pública es un total desastre, que no han sabido encauzar ni un ápice. La Universidad y en general la enseñanza pública están desacreditadas totalmente. Las élites siguen estudiando en las Universidades privadas y en las escuelas religiosas si quieren tener una profesión digna. No tocaron ni una de las estructuras del poder económico ni social, al contrario, se enquistaron en él a base de consignas que dulcificaban los discursos que llegaban al pueblo pero la realidad era la que nos encontramos. Un pueblo depauperado por completo. Sí, es cierto, se me dirá que la derecha ha sacado y expoliado el país, sin piedad , pero no tanto como para dejar la economía en cueros. En España están muchos de esos capitales, pero no es suficiente disculpa. Una política restrictiva con la huida de capitales e inteligente en su momento hubiera evitado el desfalco. No se hizo, porque Chávez era un socialista de boquilla al que le interesaba el poder más que pasar a la historia como el saneador de su pueblo. Chávez era chavista y la espada de Bolívar con toda la parafernalia populista la utilizó para ganar el sentimiento del pueblo, en vez de sentarse a pensar y hacer un buen trabajo con el enorme poder y el aprecio que contó en los primeros años. Una vez más se dilapidó el potencial de un pueblo revolucionario en aras de protagonismos, de egos y de políticas erráticas basadas en el culto al líder. Sabemos mucho de eso, aquí en nuestro país.
Contarles lo que les cuento, les hará pensar que apoyamos el “golpe” de Guaidó. Y no es así. Entendemos que esos “pronunciamientos” no colaboran en absoluto a pacificar a una sociedad quebrada y crispada. No es el camino y lo sabemos por sentido común y porque ver al señor Trump felicitar y reconocer a Guaidó a solo media hora del “pronunciamiento” nos hace temer que los USA según su costumbre ancestral andan detrás de todo lo que sea coartar el derecho de los pueblos a decidir su futuro.
Las elecciones en Venezuela por mucho que nos digan que tuvieron garantías no fueron limpias, con la prensa amordazada, los líderes de la oposición sin muchas posibilidades de mostrar su discurso político. Aun así, la confrontación en la calle sigue con mayoría opositora, se ha quebrado la sociedad polarizándose de forma dramática. La sangría de la emigración continua . Se marchan demasiados venezolanos para culparlos de estar todos mediatizados por EEUU. Son millones de personas las que salen del país hacia donde sea, como sea y de la forma que sea, huyendo de una miseria que les deja inmersos en la pobreza más absoluta.
Si el sistema cubano es cuestionable, fíjense el avance de la cultura, la medicina, la Universidad y tantos otros estamentos, en la isla, comparen con Venezuela y verán si les salen las cuentas.
He leído alguna que otra vez la comparación de lo ocurrido ayer con el Chile de Allende y me ofende porque ni remotamente podemos comparar a Salvador Allende con un tipo como Maduro. Ni con Chávez. Ni con Castro.
Es difícil prever lo que ocurrirá con la sociedad venezolana. Vemos lo ocurrido en Brasil y tememos lo peor. Vemos al amigo USA relamiendo sus fauces de sátrapa contemplando los barriles de petróleo que puede comer si coloca a sus títeres. Nos hacen temer lo peor, otros experimentos salieron tan mal que hoy no podemos menos que llorar por Venezuela y su pueblo amigo que acogió y enriqueció a tantos españoles que lo necesitaron.
Dios ampare a Venezuela. Y que EEUU la deje en paz.
María Toca
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