Cuando yo llegué a Madrid en 1968 estaban prohibidos los besos. Los pobres de tierra adentro ya teníamos prohibido el mar, pero a esto añadieron las expresiones corporales del amor, ese río de agua brava. Aunque para ser exactos con la cosa municipal tendríamos que decir que besar costaba 25 pesetas.
Eran tiempos con el rescoldo de Los Churumbeles de España y su la española cuando besa es que besa de verdad y el beso en la mano y el beso de hermano pero besar por frivolidad, ni pensarlo. Qué caso el de Los Churumbeles, tan republicanos y tan proscritos y con la enfermedad del beso. Inexplicable esa resurrección de Celia Gámez en el pasodoble de Adrián Ortega y Fernando Moraleda.
Aquel mismo año se produjo en el palco del Santiago Bernabeu el suceso entre la esposa del general Camilo Alonso Vega, ministro de gobernación, y el presidente del Barça, Narcis de Carreras, donde el caballero catalán le dijo a la consorte su famoso » Signora non fotem», que es lo mismo de García Serrano con el ministro Marcelino Oreja tiempo más tarde.
Otro agujero negro, porque Narcis de Carreras era un presidente franquista activo desde instituciones y periódicos, es recordado su » Día del Caudillo » de 1960. En el sillón del Barça que había ocupado Josep Suñol, fusilado por las tropas rebeldes, se sentaron después el propio Carreras ( dos veces) y los falangistas Miró Sans y Enrique Daudet.
Pero me estoy yendo de cacho, porque la protagonista de hoy es la esposa del general, conocida entre los faranduleros como La Camila.
La Camila era amiga íntima de Carmen Polo, y colaboradora en la sublime tarea de salvar a España, también. Así, como Polo estaba muy ocupada nombrando obispos, La Camila se ocupaba del cine y del teatro. Cuando los faranduleros estrenaban y veían a La Camila en el teatro, les temblaban las piernas. Porque un beso o una «insinuación sexual » que sólo ella veía, podía arruinar a la compañía y meses de trabajo preparando la obra. La Camila prohibía.
Ahora La Camila ha vuelto y ha borrado del mapa a Virginia Wolf y a Lope de Vega. Mentiría si dijese que no lo esperaba. Durante años perdimos a Miguel Hernández, a Lorca y a tantos. Ya hemos empezado a volver a perder.
Valentín Martín
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