Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé
En el 510 y en el 2000 también
Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafa’os
Contentos y amarga’os, valores y doblé.
En CAMBALACHE de Enrique Santos Discépolo
Silenciosas y revoloteando en acrobáticos giros agónicos en el aire,
caían las primeras hojas
tocadas de muerte por la violenta acción del sol
de todos los veranos del mundo,
cuando, como una ventosa tempestad de arena, el 17 de agosto del 2021, salto a nuestros oídos la súbita noticia de la toma de la ciudad de Kabul
por unos renegridos barbaros bajados de las montañas, fuertemente armados,
una barba de un palmo y harapientos turbantes,
llenando nos de asombro y haciendo nos dar
otra permisiva vuelta de tuerca a la memoria
para poder seguir sobreviviendo
en la descolorida fotografía de nuestra maltrecha vida de indolente activismo de salón,
pues a partir de entonces
ya supimos que tipo de barbaros
legislarían en Afganistán.
Y el mundo entero se pregunta
¿ por qué quien fuera presidente de ese país,
se ha refugiado en otro cercano
y su ejército, tan numeroso y bien armado,
sin defender a la atemorizada población se ha esfumado ?
Dicen que es por qué han llegado los barbaros.
¿ y por qué tampoco protegen al pueblo afgano de los barbaros,
los blancos barbilampiños soldados americanos y la coalición, que sin hablar su idioma llegaron,
si dijeron que venían a protegerles de los barbaros?
Dicen que es porque no quieren seguir enfrentándose a los barbaros
¿Y por qué de repente la gente se ha vuelto hosca, vaciando las calles y las plazas en pueblos y ciudades
encerrándose en la triste soledad de su casa,
sin querer que nadie sepa de sus pasos,
aceptando convertirse las mujeres
en obscenos fantasmas silentes
y los hombres en vigilantes protectores?
Dicen que es porqué los barbaros controlan a todo el que se desplaza
y para no ser castigados
tendrán que ir se adaptando a vivir bajo el látigo
de las leyes y costumbres de esos barbaros,
fuera del falso edénico panal protector
que construyeron los antiguos barbaros,
y quien sabe si después del largo duelo que vendrá
tras haber se jugado al sangriento para nada juego
“quien no está con nosotros, está con ellos» (1),
una estación de liviana y limpia lluvia primaveral,
les dejará ver de nuevo
la luz del sol por la mañana y la de las estrellas por la noche,
limpiando ese envejecido fango doloroso
por tanta muerte
a manos de renegridos barbudos o barbilampiños barbaros blanquitos,
convirtiendo en un fertilizante sedimento nutritivo
las hojas que silenciosas y revoloteando en acrobáticos giros agónicos en el aire,
cayeron durante largos años
indefensas sobre el violento suelo enfangado
de su arbolado tribal,
haciendo de nuevo posible el renacer de un feliz florecimiento, en amor, en armonía,
y en completa libertad.
Claro, esto último si en los prolegómenos del siglo XXI Vds. son capaces todavía,
de darse otra generosa “happy flowers”
vuelta de tuerca
para seguir creyendo estas cosas como posibles.
- Frase pronunciada el 23 de septiembre por el entonces presidente de EEUU George W. Bush en su campaña de “Guerra contra el terror”.
Enrique Ibáñez Villegas
Imagen de portada de Sara Rahmani, artista afgana.
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