Templos modernos

«Sueñan las pulgas con comprarse un perro, y sueñan los nadie con salir de pobres…»

…Y sueña Elon Musk con comprarse Marte, y el mendigo con ver la luna desde su ventana.

Para los bancos, la realidad es más satisfactoria que los sueños. El negocio más rentable de la historia nunca pierde, como si todos viviéramos bajo las reglas del monopoly. El rescate bancario español, aquel del que se iba a recuperar hasta el último céntimo, dilapidó más de 100.000 millones de euros de las arcas públicas, a la vez que se superó el millón de desahucios en España.

Para celebrar la creación del banco más grande del país, el Estado les dio 20.000 millones de regalo de parte de todos, y en la fiesta anunciaron miles de despidos en una orgía para el liberalismo.

Los bancos deberían ser nuestra casa sagrada, porque están construidos con nuestro trabajo. Al igual que las eléctricas, las empresas de telefonía, la agroindustria y todo lo que un día fue de todos y acabó privatizado… pero esa defensa de lo colectivo desapareció hace tiempo de las reivindicaciones sindicales, al mismo tiempo que han desaparecido los mendigos para el gobierno de la Comunidad. Niegan que existan como niegan que existieran los más de 7.000 mayores que, después de trabajar durante toda su vida, murieron ahogados en residencias, sin paliativos ni atención médica en marzo de 2020. “Da igual, paso”, dijo sobre ellos la presidenta, que había firmado el protocolo que prohibía atenderles. En la esquina de la foto, hace unas semanas, murió un indigente. “¿Dónde estarán los pobres?”, se preguntaba el portavoz del Ejecutivo. Madrid es una ciudad en la que las calles siempre hablan aunque estén vacías. Huellas y heridas habitan cada paso, con sus ecos y sus preguntas, que están siempre en las antípodas de las que hace el poder, incluidos los sindicatos. Pero la mayoría de esas vidas, las de los dueños de nada, nada valen, así que cuando van “pa la saca”, nunca es la de ningún comisionista.