Debido a las diversas celebraciones del cincuenta aniversario de la muerte del infame dictador -sí celebración porque morirse es lo único decente que hizo- y la supuesta ¿recuperación democrática? han saltado declaraciones que quiero comentar. Dicen los herederos del abuelito malvado que no hay que celebrar la muerte. No, ni na… la de los dictadores se celebra porque su marcha libera al pueblo y a gente de un martirio seguro. Se celebra y la pena es que no se fuera antes después de juicio, cárcel y condena.

Además de ese aniversario hay otro nada regocijante, el de los últimos fusilamientos del dictador fiambre. Andaba Franquito con permiso del enterrador, balbuciente y temblón bien pertrechado de medicamentos milagrosos que le alargaban la vida justo el tiempo en que arramblaban sus feudos con lo que quedaba del estado, cuando firmó las cinco sentencias de muerte de los jóvenes, José Luis Sánchez Bravo, Xosé Humberto Baena, Ramón García Sanz (militantes del FRAP), Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui (de ETA) desoyendo el clamor popular de los países del mundo occidental y del otro. El papa Pablo VI intercedió por ellos llamando por teléfono y el catoliquísimo caudillín no quiso ponerse. Ardió la embajada de España en Lisboa y todos los intelectuales del mundo se tiraron a las calles lanzando suplicas e improperios alternativamente. No hizo caso el caudillín del clamor porque quiso despedirse del poder igual que entró por lo que firmó con mano temblorosa las sentencias de muerte y se fue a dormir la siesta según tradición secular en el Prado.

La pobre Andrea Levy que anda como vaca sin campano tertuleando donde la llamen en feroz intento de recuperar algo de visibilidad, insistía el otro día durante un programa de chacinería política que no asistieron a honrar a las víctimas porque ¡eran terroristas! así, con admiración y subiendo los decibelios agudos de esa voz de rata pisada que tiene.

Y yo me pregunto ¿cómo sabe lo que eran? Porque tenemos noticia de que pertenecían a grupos violentos -violentos, Levy, que luchaban contra la dictadura y eso no es terrorismo, se llama lucha armada- como el FRAP y ETA (ella insistía que ETA, ETA y ETA, quizá porque ni sepa que existió el FRAP) pero los delitos de terrorismo que les imputaron ¿cómo sabe Andrea Levy que eran ciertos? ¿No será que piense que fue por haberse dilucidado la verdad en un juicio justo? O por las investigaciones exhaustivas realizadas por una policía diligente y eficaz que utilizaba la tortura sistemática y el crimen de estado para hacer firmar a los pobres detenidos que eran ellos el mismo Islero, el toro que corneó a Manolete.

La extraviada Andrea Levy, justificaba de forma tajante la negativa del PP en recordar a los cinco asesinados por el franquismo en sus últimos estertores con argumento peregrino insistiendo en que eran terroristas. Tanto Levy como Ester Muñoz afirmaban los mismo entre golpes de melena y lenguaje chulesco quizá justificando que si se sospechaba que eran FRAP o ETA, se les podía hacer picadillo. Además de no merecer recuerdo, ni homenaje, ni reparación sus familias.

Reitero ¿cómo saben que cometieron delitos punibles? porque no será por el juicio militar sumarísimo al que se les sometió la dictadura sin permitir la entrada de sus abogados, sin pruebas ni aportar testigos además de las infames torturas inferidas por las que firmaron cualquier cosa. Todos los juristas europeos aseguraron que fue una mamarrachada de proceso. Había que matar para dar una lección a los irredentos ya que había volado por los aires Carrero hasta aterrizar en la terraza de unas monjitas que del susto se les cortó la menopausia para los restos. El estado balbuciente del dictador, la voladura de Carrero, la sociedad española revolviéndose contra la dictadura y la situación internacional que cada día aborrecía y despreciaba más al moñeco vestido de militar con tanta medalla que le costaba sostener fueron causa del aquelarre de 1975. Juntando todos los factores sociopolíticos auspiciaron las cinco firmas que el caudillito estampó en las condenas.

No hubo un juicio justo. Ni una investigación racional. Fue un crimen de estado habiendo demasiados libros e investigaciones al respecto que, si las iletradas de Levy y Muñoz hubieran consultado (un resumen, al menos) se enterarían de que jamás sabremos, es más, que es totalmente improbable que los condenados cometieran los delitos que les imputaban.

Reitero pregunta. ¿Piensan las señoritas Muñoz y Levy además de todo el PP que la pertenencia a un grupo ilegal merece la tortura y la pena de muerte? Porque si la respuesta es sí, entendemos bien el apoyo tácito que dan al bicho naranja, Trump por si no identifican, cuando ametralla a barcos de pescadores en aguas internacionales (y hasta nacionales) sin juicio ni pruebas. Si ambas señoritas justifican esos crímenes no sé de que se quejan cuando las otras dictaduras tan denostadas por ellas, como la venezolana o la cubana condenan a opositores, que mira tú por donde no asesinan de esa forma sino que lo más que hacen es ponerles a la sombra y expulsarlos del país. Que está mal, muy mal, no equivoquen, pero peor es asesinarlos.

Rematando la faena de imbéciles con mando en plaza nos encontramos a las representantes de mi tierra, la presidenta Buruaga y la alcaldesa Igual, que opositan ambas al ayusismo con empeño y poca gracia, que al notificarles como lugar de Memoria el campo de concentracion de las Caballerizas y la Campa de la Magdalena, ambas respondieron que “abre heridas y no tiene sentido ahora porque es mejor olvidar”.

Obvian que hubo personas que optaron por la violencia para defenderse de una dictadura cruel que asesinaba, reprimía y torturaba a obreros, estudiantes, además de prohibir libros, cine y prensa, manteniendo al pueblo encadenado. En Francia los guerrilleros que optaron por defender la libertad de su país tienen calles y memoriales, incluso hay españoles agasajados, porque es sobradamente conocido que la violencia del pueblo cuando se enfrenta a una dictadura puede no ser justificable pero es comprensible y no se considera terrorismo. Es lucha armada.

Ya les digo que me parece bien luchar a favor del olvido. Y por ello solicito a ambas preclaras mentes que me hagan el favor de eliminar el monumento a las víctimas de ETA que existe en la misma Campa de la Magdalena, porque abrirá las heridas de la población vasca que nos visita asiduamente. De la misma forma ruego me eliminen la estatua de Velarde de la Plaza Porticada, porque a los/as franceses que se acercan a vacacionar en Cantabria les sienta muy mal recordar lo que los oprobiosos héroes del dos de mayo le hicieron a Pepe Botella y a su hermano Napoleón. No abramos heridas que los franceses sufren y mejor olvidar. Además, borremos de la historia toda batalla cruenta para que nadie se ofenda ni un poco. Ni se le abran las heridas, vaya.

No puedo dejar de preguntarme ¿por qué les molesta que recordemos, que agasajemos y honremos a la gente que luchó por ideas democráticas, liberadoras y republicanas? La respuesta me llega sola: porque son y se identifican con la tiranía, con la dictadura y tienen como padres fundadores a ministros cómplices y arquitectos de dicha dictadura.
Les aconsejaría una pasada de psicoanálisis para matar al padre porque de seguir defendiendo posturas de justificación a los fascistas vamos a pensar que lo son. Y eso ¿no será verdad?
María Toca Cañedo©
https://www.publico.es/sociedad/campo-concentracion-palacio-magdalena-horror-incomoda-santander.html

Fantástico, ni olvido ni perdón, mis padres sufrieron muchísimo, y nosotros no podemos olvidarlo.