Ana María  Pérez del Campo

 

«este país ha acabado con la violencia de ETA pero no puede acabar con la violencia de género»

Ana María Pérez del Campo

 

Hay personas que ayudan a cambiar la historia. No es que la cambien solas, es que sirven de nexo para que confluyan las fuerzas  consiguiendo la unidad para dar un sonoro empujón a los tiempos y los hacen avanzar.

Ana María Pérez del Campo, es una de ellas. Nace en el Madrid que se aproxima a paso firme a una guerra terrible que mitificará su resistencia por el mundo. El No pasarán, pronto será consigna de resistencia heroica de una ciudad que, a pesar de las bombas, del hambre, del oscuro futuro, se yergue como adalid del antifascismo. Un 19 de mayo de 1936, nace Ana María, en una familia “bien” de ese Madrid brioso. Sus padres son conservadores, la educan ya en pleno franquismo para ser una “señorita bien” consciente de sus obligaciones “femeninas” de amor, matrimonio, maternidad y servidumbre.

Ana María,  se ha formado lo justo para hacer el papel que le asigna la sociedad, se casa pronto, a los veinte años. Durante la República, la mujer española alcanzó cotas impensables, dando un salto cualitativo y cuantitativo en derechos y libertades que asombraron al mundo. Todo se revierte con el triunfo del franquismo. El sistema considera a las mujeres cuidadoras y reproductoras. Su función en la sociedad es mantener el hogar cálido y cómodo y tener hijos para engrandecer la patria. Ana María, no tiene suerte con su marido, es un hombre tiránico que la maltrata tanto física como psicológicamente. A los veinticuatro años ha tenido dos hijos y espera el tercero, pero no puede más con las vejaciones y el maltrato. Abandona el hogar con sus pequeños.

Esta acción es impensable en el franquismo. E ilegal. Una mujer pasa de ser propiedad del padre a serlo del marido. Sin consentimiento implícito del hombre de la casa no puede viajar ni trabajar, ni mantener a sus hijos consigo.  Carece totalmente de derechos.

Ana Maria consigue un trabajo de subsistencia en un centro gestionado por monjas. Su marido al enterarse se lo prohíbe. La directora la llama para comunicarle su despido a lo que Ana María responde:

-Bien, hermana. Una mujer no puede trabajar; para subsistir solo le quedan dos opciones, pedir por la calle o prostituirse. Yo no  sé pedir, por tanto ustedes me obligan a prostituirme.

 

El argumento espantó a la dulce hermana que permitió seguir en el trabajo de forma clandestina a Ana María. Entraba y salía del centro por una puerta trasera, cambiaba el horario para que las pesquisas del marido no la sorprendieran. Ana María  Pérez del Campo, entiende que su problema no es privativo, al contrario, conforma un sistema transversal que implica a cualquier mujer. La falta de derechos, la falta de igualdad entre hombres y mujeres, en la que los primeros, tienen todas las facultades y las segundas carecen de cualquier cobertura legal para ejercer sus capacidades. Despierta a una realidad y se siente obligada a remediarla.

Las condiciones para obtener una separación legal por decisión femenina son draconianas, casi imposibles de cumplir. Ana María tarda nueve años en conseguirlo, nueve años en los que tiene que depender para todo del padre de sus hijos.

Existe una forma de conseguir la nulidad matrimonial, que la concede el tribunal de la Rota, dependiendo de la iglesia. Este camino está vedado porque es muy caro (se contabiliza que conseguirlo cuesta alrededor de un millón de pesetas) por lo que solo las élites pueden anular su matrimonio…y siendo mujer la dificultad es infranqueable.

Entiende que su lucha no es personal y la trasciende. Para entender bien lo que hizo esta mujer debemos comprender la época. Estamos en pleno franquismo, los partidos políticos, sindicatos, cualquier ideología que no sea el falangismo está prohibida, la represión es despiadada. La cárcel, las torturas, los crímenes de estados conforman el día a día del franquismo. Ana María sabe a lo que se expone en su lucha que comienza a ser feminista porque entiende que debe hacerse transversal y sistémica.

Es preciso burlar las irredentas defensas de la dictadura, para ello decide asistir a los cursillos de cristiandad que es donde se refugiaban las mujeres abandonadas…que eran en su mayoría las que vivían al margen de un matrimonio convencional. Allí encuentran refugio y amparo las que no son ni casadas ni viudas…disimulando su estado porque son ellas las que sienten  vergüenza y  culpa por su abandono.

En los cursillos, Ana María, conoce a Carmen García Castellón, una piadosa mujer de alta religiosidad. Ana quiere formar una Asociación -que es la única forma de unirse en ese tiempo- para conseguir los permisos gubernativos Carmen es la persona ideal. La convence para que encabece la Asociación de Mujeres Separadas (años después, con la aprobación del divorcio, se le añade lo de Divorciadas) de España y la encamina hacia  la Dirección de Seguridad, la temida DGS que reside en los bajos de Sol. Allí, miembros de la policía le harán preguntas buscando fisuras de contrabando ideológico. Carmen  responde lo que ella piensa de la Asociación, que es una reunión de mujeres cuyo único cometido es rezar por los “hombres descarriados” Han redactado unos dobles estatutos, civiles y canónicos, que presentan al Ministerio del Interior y al Arzobispado, como es obligado.

La jugada sale tan bien, que las autoridades las aconsejan ampliar el ámbito a todo el estado. Ellas habían solicitado nada más el ámbito madrileño. La cuña feminista se había clavado en el régimen. Son legales y ahora comienza la lucha verdadera.

En 1973, Ana María Pérez del Campo, funda la primera Asociación de Mujeres Separadas de España;  su lucha se encarniza frente a las disposiciones legales del régimen pero también intentando explicar a las mujeres que son víctimas, los derechos  que pueden exigir así como la importancia de dejar de culpabilizarse y recobrar su dignidad. Ana María no quiere víctimas ni sufridoras, quiere combatientes por los derechos de las mujeres presentes y futuras.

Se encadenan a iglesias, se manifiestan, lanzan pasquines, dan charlas, se enfrentan a una iglesia que es cadena y cortapisa de los derechos,  a la que se enfrentan en su lucha. Son detenidas, amenazadas de muerte –Ana María recibe muchas amenazas, cuenta ahora, que su triunfo es seguir viva- Son perseguidas, pero nada las para en su enconada lucha.

A la vez, se diploma en 1974 en  Derecho Matrimonial y Prácticas Procesales, con lo que su lucha toma forma legal en la defensa de las mujeres que se enfrentan a farragosos juicios cuando deciden separase o son abandonadas.

Cuando  muere el dictador, el feminismo, gracias a mujeres como Ana María, se ha extendido y se levantan voces con brío con el grito de la necesidad. El divorcio es un clamor que la iglesia y los partidos de la derecha (Fuerza Nueva, Alianza Popular-germen del PP– así como una parte importante de UCD) se oponen a gritos a la disolución del matrimonio. Ellas siguen presionando de forma incansable, hasta que el ministro Fernández Ordoñez del gobierno de  Suarez decide acometer una ley de divorcio. Para ello, solicita a Ana María Pérez del Campo y a sus compañeras que le sirvan de asesoras. Algunas de las partes de la ley son patrimonio de estas aguerridas mujeres, aunque otras se quedan en el tintero, porque el ministro y el gobierno no se atreven a acometer una ley verdaderamente igualitaria.

Con carencias  y gritos de la derecha, sale adelante  promoviéndose la ley de Divorcio siendo aprobada el 22 de junio de 1981, con 162 votos a favor (UCD, Psoe, Pce) y 128 votos en contra (la bancada de la derecha en pleno, lo que no les impide poco después ser usuarios mayoritarios de dicha ley) Con ello se modifica el Código Civil que databa de 1889 ya que las leyes promulgadas por  la República fueron abolidas en 1939.

Fue un gran logro, un triunfo del feminismo inicial que un grupo de mujeres aguerridas y valientes encabezaron, pero no pararon ahí. Quedaba mucho por hacer, muchos derechos que luchar y mucha docencia social que ofrecer.

Ana María al frente de su Asociación crea en 1991 el primer centro integral de atención a las víctimas de violencia de género, que pronto extienden los tentáculos por todo el estado.

Vuelve esta mujer visionaria a esclarecer los conceptos, entiende que la violencia tiene matices de género, no es una violencia común. Es la primera en utilizar el concepto de terrorismo machista, que es consecuencia directa de la ideología patriarcal que impregna cualquier otra. A la vez, comprende  y explica que la violencia de género es transversal, implica a ricas y a pobres, a nacionales o extrajeras. Toda mujer, por el hecho de serlo, es potencial víctima de violencia de género.

Dice con claridad que ningún niño nace violento ni machista, ni ninguna mujer nace sumisa, es la sociedad, la cultura intrínsecamente patriarcalizada, la que condiciona los terribles roles que potencian esta lacra. Su lucha es doble, educar a las mujeres y los hombres en libertad y respeto y acompañar a las víctimas en su desamparo. Los centros se consignan en toda España.

Lucha denonadamente para conseguir la pensión compensatoria en los casos de divorcio en que la mujer queda desprotegida por carecer de trabajo, justifica su apreciación, en que ellas no han elegido no trabajar ya que el franquismo se lo prohibía y la sociedad ha impuesto ciertos roles a las mujeres que condicionan su libertad. Años más tarde luchará contra la custodia compartida, incluso le prohíben la entrada en el Parlamento español, porque durante un pleno ha gritado “mentiroso” a una señoría que defendía con falaces argumentos dicha reforma del Código Civil.

En los últimos años, Ana María, no ceja en su lucha. Insiste a quien quiera escucharla, en el posible retroceso de los derechos conseguidos. La irrupción de la ultraderecha en los Parlamentos y en la sociedad  civil, propugnando restricciones a los derechos le hacen temer que se puedan revertir las leyes igualitarias.

En octubre se celebran los  cincuenta años de la fundación de la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas de España, esperamos celebrar y rendir cumplido homenaje a esta grandiosa mujer y a todas las veteranas que hicieron posible que hoy gocemos de libertad y de una igualdad legal, que no social, porque nos queda camino y trabajo, así como demostramos a la reacción que no daremos ni un paso atrás, porque tenemos ejemplos muy útiles que nos marcan el camino.

María Toca Cañedo©

Además de a Ana María  Pérez del Campo, rindo homenaje sentido a María Ángeles Ruiz Tagle, que ha sido alma de la Asociación y del centro de acogida Consuelo Bergés de Santander.  Sois un faro, compañeras, un faro fuerte y seguro que ilumina el movimiento feminista.

https://www.rtve.es/play/videos/objetivo-igualdad/objetivo-igualdad-retrato-feminista-ana-maria-perez-campo/5968699/

 

 

Sobre Maria Toca 1674 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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