Asja Ladis y Walter Benjamín. Retrato de dos vidas

 

 

La novela (biografía novelada) de Asja, trata sobre dos personajes entrelazados por pasiones, o amores, aunque no como los concebimos ahora mismo, que se cruzan en unos momentos en que la historia de la humanidad convulsiona. El periodo de entreguerras Europa hierve como un caldero muy lleno. Las heridas de la Gran Guerra supuran rabia y los rencores viejos se alimentan con odios nuevos.

En Alemania crece la serpiente. El país, maltratado por la derrota, ni sabe ni puede digerir el desastre de haber sido todo y convertirse en esclavo de potencias emergentes. En la Unión Soviética ha muerto Lenin y dos gigantes se disputan el poder…Bueno, un gigante y el otro un pequeño y mediocre resentido y envidioso por la luminosidad que emite el creador del Ejército Rojo, León Trotsky. Stalin cuece su malquerencia ansiando convertirse en un todo para la gran Rusia. Al padrecito le llega con la revolución soviética, aunque en unos años casi se queda con el país diezmado, entre la guerra, las purgas y los gulags. El otro quiere mover el mundo en pos del sueño socialista y del internacionalismo proletario.

Trotsky quiere expandir la revolución. Stalin solo quiere el poder. El “padrecito” quieren domar a un pueblo revolucionario ante el antojo primigenio del horror que somete a los bravos derrocadores del zar y los vuelve humildes ovejas que firman autoculpas deleznables, o silencios mezquinos que les permite conservar la vida y poco más. El gulag acecha. Las purgas no cesan, con vejaciones y humillantes descalabros de los popes revolucionarios que iban cayendo como fichas de dominó.

En ese cruce  de destinos, dos seres un tanto solitarios y desvariados se cruzan en Capri mientras compran fruta en un mercado -así de caprichoso es el azar que de momentos nimios, hace un destino

Una bolchevique fanática anda convencida de que la revolución y quien la representa, Stalin, ha traído el paraíso a la tierra y su país, la URRS, encarna todas las virtudes sociales mientras la decadencia del capitalismo derretirá la sociedad occidental. Esas dos personas que se encuentran son Walter Benjamín, que pasea su frustrada y débil anatomía en busca de no se sabe bien qué y Asja Lacis, que cuida de su hijita enferma en la costa amalfitana.

Él es un filósofo emergente, lleno de dudas, imprecisiones, inseguridades, convulso y tímido que se ha escapado de un matrimonio frustrante y fracasado. Dora, la mujer de la que se enamoró porque le parecía fuerte, independiente y libre, y al convertirla en esposa y madre tuvo que cambiar el circuito para aportar dinero y cuidados a su bebé y a un marido incapaz de producir medios de supervivencia, le ha desencantado y ya no la ama. Benjamín, como tantos hijos del patriarcado, siente que su mujer no es lo que era, sin darse cuenta de que la circunstancia vital es opuesta a la anterior. Y se cansa, se aburre de las exigencias de una esposa cansada, agotada de la supervivencia que le induce a hacer algo practico. Walter, solo desea pensar, estudiar y crear escritos que, por lo que sea, no tienen repercusión.

Ella, Asja, mantiene los ideales bolcheviques hasta las últimas consecuencias, lo cual no le impide solicitar de su precario amante, regalos costosos, vestidos burgueses y una cómoda vida que seguro las buenas gentes soviéticas ni se acercan a soñar. Lo de siempre, vamos…

Se conocen, se enamoran (o se enganchan en una terrible relación tóxica) y pasean por los escenarios europeos su idas y venidas. Entre medias, la hidra alemana crece…o la dejan crecer. Walter Benjamín es judío y lentamente el cerco de opresión aprieta hasta la asfixia. Sigue viajando, buscando no sé sabe bien qué, descubre Ibiza y en una de las vueltas, cruzando Porbou, asfixiado por las múltiples incertidumbres, Walter decide acabar con su vida.

Asja, no se enterará hasta que pasen quince años porque durante diez, su amado padrecito la ha recluido en un gulag en la helada Siberia. Ni con ello pierde la fe. Ni cuando sus maltrechos pies crujen la nevada estepa. Ni cuando es violada por los policías, amigos del pueblo, que custodian el gulag…¡qué cosas tienen los libertadores del proletariado! Usan y abusan del poder como los terribles capitalistas. Naturaleza humana, pensamos, y nos dejamos llevar por un halo de desesperanza porque creímos que en ese tramo de la historia algunas cosas no se verían jamás.

El talento y talente de Asja, es tenaz, a pesar de la pesadumbre de su frágil salud mental y crea en el gulag un teatro que, posiblemente, salve las vidas de quienes participan en él, debido al soplo de vida que insufla en la tristeza de la estepa siberiana.

Asja, emprende un viaje, que es el hilo conductor de la novela que Roser Amills desarrolla con vital maestría acercándonos unos personajes históricos, contándonos la historia de una Europa convulsionada que precede a un desastre devastador.

La novela Asja, es histórica, además de ser  un relato de vidas que existieron y que nos muestran la dureza de un siglo que perdura, porque padecemos muchos de sus pecados, solo que sin los sueños que ayudaban a soportar la dureza.

Nos rompieron los sueños a base de Gulags, de pasos por la helada Siberia y por las traiciones de quienes debían liberar al mundo y lo encadenaron con goznes más fuertes. La novela cuenta el tiempo en que, en un día, el padrecito, asesinaba más que el zar en un año…

Con los sueños rotos, no nos queda más que correr por la historia amando la buena literatura, como la que ha producido Roser Amills en esta magnifica novela.

Les dejo la entrevista que nos ha concedido.

El libro comienza con la crónica de un duro desengaño, además de la trágica relación de dos personas que se encuentran y se pierden en el laberinto del inicio del siglo XX. El socialismo ha muerto o permanece enterrado bajo los hielos de Siberia… o bajo el cemento de las calles de Berlín y de otras ciudades que pavimentaron los sueños de millones de personas que creyeron posible el paraíso en la tierra.

  1. ¿A qué se debe el acercamiento a la figura de Asja (y de Walter Benjamín porque hay tanta o más historia del filósofo que de la mujer) por tu parte? ¿Fue algo casual o sobrevenido por los viajes de Benjamín a Ibiza? ¿Qué te atrajo de estas figuras para decidirte a hacer esta novela?

-A los 19 años me enamoré de un librero licenciado en filosofía, parisino (que sería el padre de mi primer hijo) y compartimos lecturas. Le interesaba mucho Walter Benjamín, y leí toda su obra. Casi de inmediato me hice muchas preguntas sobre Asja, que debatíamos: los biógrafos y estudiosos de Benjamín hablaban de ella con desprecio o displicencia, sin apenas dar información de quién era ella. Investigando, descubrí que la presentaban como una mujer peligrosa que había llevado a Benjamín por el mal camino, pura misoginia. Fue entonces cuando decidí investigar su figura, alguien tenía que hacerlo. Aunque reconozco que intenté inicialmente escribir sobre Benjamín, siempre acababa apareciendo ella como la protagonista, y en efecto lo era, fue fundamental para él y su obra filosófica.

Dejé este proyecto reposar durante años, pero en los años dos mil, al revisar las notas que había acumulado desde los años 90, me di cuenta de que ya tenía el esquema de la novela. Me puse a investigar a fondo, accediendo a documentos en archivos rusos y letones, y descubrí cosas tristes y maravillosas de Asja Lacis. Era una mujer fascinante, con un método teatral único basado en la improvisación. A medida que profundizaba en su historia, más me fascinaba, y el resultado de aquel proceso es esta novela.

  1. Acercarse a los grandes hombres (y mujeres) produce cierta desolación. Verlos por dentro, en el día a día, comprobamos que se empequeñecen, lo cual no quita mérito a su obra. Es curioso cómo los estereotipos patriarcales se traslucen. Walter Benjamín vive de Dora, su mujer, de alguna manera la abandona, y a su hijo también. Pasa largas temporadas siguiendo a Asja sin ver al pequeño o buscando algo impreciso en viajes de forma constante. ¿Cómo se combina esto con la carga ideológica y filosófica de un hombre de su tamaño intelectual?

-Benjamín es un analfabeto emocional, lo que es perfectamente compatible con ser un gran pensador. Vive de forma inmadura tanto su matrimonio como la paternidad, refugiándose en un papel de niño perpetuo mantenido por una esposa que hacía de madre, Dora. Asja, en cambio, lo empuja a enfrentar la vida con madurez. Él lo vive como un desafío personal enorme, y no siempre está a la altura. Y Asja no es perfecta, claro, ni podemos exigírselo.

Aunque Walter no tenía vocación de padre prototípico, su relación con Asja lo llevó a cambiar ciertos aspectos de su vida, aunque siempre desde una lucha interna entre lo que era y lo que quería ser. Además, Asja no solo lo influencia ideológicamente —le descubre el comunismo y lo conecta con figuras como Bertolt Brecht—, sino que también le da un sentido de la vida y del humor que transforma su estilo narrativo.

  1. La debilidad de carácter de Walter Benjamin es notable. Entabla con Asja una relación, que hoy diríamos tóxica y destructiva. Su patrón de conquista hacia las mujeres es el mismo con Dora y con Asja. ¿Había un comportamiento enfermizo o se trataba de patrones de comportamiento comunes?

-El comportamiento de Walter refleja una personalidad dócil y tímida, consecuencia de una infancia sobreprotegida que lo convirtió en un adulto inseguro. Era, a ratos, consciente de sus limitaciones emocionales, pero no sabía cómo gestionarlas. Además, Asja lo veía como un “niño burgués un poco perdido” y, aunque lo rechazaba y admiraba, sobre todo intentaba espabilarlo.

Ella, por su parte, tenía un carácter fuerte, forjado por su formación bolchevique y su necesidad de sobrevivir en un mundo hostil para las mujeres pensadoras. Su relación estuvo marcada por patrones que en aquel tiempo podían considerarse comunes, pero que hoy analizaríamos como profundamente desequilibrados emocionalmente: una mujer rodeada de hombres que intenta ser un hombre para tener voz.

  1. Sorprende que bolcheviques que luchan por la liberación de los pueblos usen los prostíbulos como forma común de diversión. Es decir, esclavizar obreros no está bien, pero alquilar el cuerpo de una mujer, sí. ¿Crees que es un comportamiento común incluso en la actualidad ese izquierdismo de opereta que se permite gustos burgueses mientras predica la lucha de clases?

-El problema no reside en las ideas políticas, sino en cómo los individuos las interpretan y aplican. Ni la izquierda ni la derecha están exentas de hipocresía. El machismo y la falta de conciencia eran, y siguen siendo, el reflejo de los patrones patriarcales que envenenan incluso las utopías más bienintencionadas.

Asja, a pesar de su compromiso ideológico, tuvo que enfrentarse a esta doble moral en su entorno. Esto demuestra que incluso las ideas más nobles pueden ser distorsionadas por las debilidades humanas y las estructuras de poder.

  1. Conforme va discurriendo el libro, vemos que la relación entre ellos es dura, durísima, por los patrones de tirana/subyugado. ¿Crees que en el comportamiento de Asja había componente patológico debido a sus enfermedades mentales o simplemente se debía a su formación bolchevique que defendía no mantener lazos afectivos con las parejas?

-Asja no es solo una víctima de sus circunstancias, sino también una mujer que aprendió a defender su voz en un mundo que la rechazaba por ser mujer. Apagó su emocionalidad para que no fuera vista como un punto débil y, a su manera, construyó una armadura que terminó perjudicándola hasta el extremos de aceptar el Gulag para no traicionar sus valores y no delatar a nadie. Durante su tiempo en el gulag, propuso organizar un equipo de teatro como forma de resistencia y escape, también de su desolación personal. Esto no solo le permitió sobrevivir, sino que también le dio un propósito en medio de un contexto desolador.

Además, su enfermedad neurológica no diagnosticada complicó aún más su equilibrio personal, es una víctima, aunque a ratos no lo parezca por su frialdad.

  1. Me sorprende que personas de tanto talento, cultura y discernimiento no solventaran sus problemas personales y de pareja de forma racional. Ya estaba Freud, se conocía el psicoanálisis… ¿Es posible que su relación estuviera trufada por ambas partes de narcisismo o simplemente no sabían relacionarse?

-El amor es mucho más complejo que la racionalidad, y tanto Asja como Walter enfrentaban enormes dificultades personales. Ser un genio del pensamiento no garantiza tener inteligencia emocional. Incluso Freud, a pesar de su conciencia teórica, mantuvo relaciones personales conflictivas, como la relación adúltera con su cuñada. Nadie se libra.

Asja y Walter estaban marcados por el contexto histórico y social en el que vivieron. En su relación no solo hubo narcisismo, sino también una profunda desconexión emocional a cambio de la conexión intelectual que los llevó a admirarse mutuamente, pero que no siempre se tradujo en armonía.

  1. ¿Podía tratarse de una relación adictiva entre ambos?

-Sí, su relación tenía tintes de adicción emocional. Walter era dependiente de Asja, mientras que ella tenía una actitud evitativa hacia los vínculos afectivos.

Sin embargo, a su modo se complementaban en positivo. Asja ejercía una influencia transformadora en él, tanto a nivel intelectual como emocional, pero esto también creó una dinámica desigual y difícil de sostener que lo dejaba a él desvalido. Ambos estaban atrapados en un patrón de dependencia mutua que a veces los unía y otras los destruía.

  1. En la última parte de la novela Asja crece como ser humano. ¿Es esto una forma de humanizarla por parte tuya o lo tienes bien constatado?

-Al escribir, me esfuerzo por captar la melodía emocional de los personajes. En el caso de Asja, encontré un desarrollo que surgió naturalmente al analizar sus acciones, cartas y vivencias. Aunque algunas de sus reflexiones finales no están documentadas, son el resultado de una interpretación profunda de su evolución, hice de zahorí con el material que tenía, la escritura no siempre se puede explicar racionalmente.

La capacidad de Asja para mirar atrás y cuestionarse refleja no solo su humanidad, sino también el contexto histórico que marcó sus decisiones, que es lo que yo quería contar. El teatro, su herramienta de salvación, la ayudó a sobrevivir a situaciones extremas como el gulag, pero también la transformó en alguien más consciente de su vulnerabilidad y su fortaleza y podemos aprender de ella, aunque no siempre nos agrade.

  1. Defiendes, como autora, a Asja, en las páginas finales. ¿No te parece que sí fue bastante malvada con él y con el resto de sus relaciones, entre ellas, con su hija?

-No creo en los personajes buenos o malos. Asja actuó como sabía y podía en un mundo que no estaba diseñado para aceptarla. Su aparente frialdad era una estrategia de supervivencia, pero eso no significa que no sufriera o que no sintiera culpa por sus decisiones.

La relación con su hija es un ejemplo de cómo las circunstancias personales y sociales condicionan nuestras elecciones. Asja enfrentó un contexto que no le daba margen para ser madre y pensadora a la vez, y eso tuvo consecuencias que ella misma lamentó profundamente. Basta, para contextualizarlo, recordar que juzgamos menos a los padres ausentes, y ahí somos profundamente machistas con ella por ser mujer y madre.

  1. En los tiempos en que vivieron las personas de tu novela, la esperanza era posible. ¿Qué podemos buscar para encontrar ahora expectativas que auguren un futuro razonable en una sociedad que nos asusta, huérfanas como estamos, de ideologías motivantes?

-La esperanza era posible porque era la primera vez que todo eso sucedía en Europa. Había una sensación de que la utopía era alcanzable y un coqueteo terrible con el mal, y aunque ahora podemos ver cómo estas ideas llevaron a catástrofes humanas, también hay lecciones importantes que extraer de ellas que ignoramos, como si ver el horror no fuera suficiente para no repetirlo.

Hoy, en un mundo donde parece que volvemos a coquetear con los fascismos y totalitarismos, es más difícil sostener la esperanza de haber aprendido la lección.

Sin embargo, creo firmemente en las pequeñas islas de conciencia, como esta entrevista, los libros, el teatro y las conversaciones constructivas que van más allá del «qué mal está todo», esos son nuestros botes salvavidas en medio del caos. Lo que debemos buscar ahora es no repetir los errores del pasado, ser críticos con las ideologías radicales y aprender de las historias de personas como Asja y Benjamin y de sus virtudes y defectos, que son los nuestros. Ellos vivieron y lucharon en un mundo que se desmoronaba, y su legado nos advierte de la importancia de cuestionar y resistir, y ser conscientes.

 

 

María Toca Cañedo©

Sobre Maria Toca 1680 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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