Caso Scala: jaque mate al anarquismo español

Alguien dijo una vez que cuando no podías con el enemigo lo mejor era desacreditarlo; hundirlo en el fango, dejarlo a merced de sospechas abyectas para que todo aquél que se  sintiera  atraído abandonara al desafecto. Algo así debió pensar Rodolfo Martín Villa, en los años de plomo de la  bendecida Transición Española.

Situemos la historia. Habían pasado dos años de la muerte de Franco, el gobierno de Suarez  firmó una paz  con la oposición llamada Pactos de la Moncloa en donde se ahogó la intención de  remover las piedras del franquismo en aras de una concordia nacional. Se pactó un olvido falso. Como insiste machaconamente José Cuevas (soy Pepín…me aclara cuando me lo presentan) los jueces eran los mismos, ni un solo policía torturador fue represaliado. Los mismos gobernadores civiles, al igual que el  poder económico labrado a golpe de devolución de los favores que se le hizo a Franco en la guerra civil. Todo igual que en la dictadura, permanecía intocable el aparato represor;  tan solo se aplicó una mano de barniz para remozar la cara del viejo arcón patrio donde se guardaban las esencias del fascismo.

 

Todos están de acuerdo.  Un domado Carrillo que  maneja con mano férrea al PCE, se une al coro de la concordia, el PSOE en espera de mejores tiempos y resultados en las urnas, también y los sindicatos UGT y CCOO, se aprestan a recibir los dones que les otorga el régimen por su silencio. Todo en calma menos por un detalle: los anarquistas. El movimiento ácrata español, que se mantuvo residual durante el franquismo, retorna con éxito inusitado a las calles. A poco de comenzar la Transición se niega a firmar los Pactos de la Moncloa y a hacer de claque del empresariado franquista. En Barcelona quedan rescoldos de un pasado anarquista que culminó con un triunfante 19 de Julio de 1936 cuando se derrota al fascismo calle a calle. Han sido años de lucha obrera contra la burguesía catalana armada de somatenes asesinos que dejaron secuela en las mentes catalanas libertarias y una capacidad organizativa más que decente.

 

En 1977, del orden de 300.000 personas se han reunido en un mitin impresionante donde habla, entre otras, Federica Montseny…Las huelgas de Roca y de gasolineras, lideradas por CNT, son un éxito total. Prende la esperanza libertaria que ilumina a los que no están de acuerdo con la paz de cementerio firmada en la Moncloa. En todo el estado el número de afiliados a CNT crecen como la espuma.  El ideario anarquista que está dentro del corazón humano arraigado con la natural ansia de libertad, está floreciendo Durruti, Malatesta, Sacco y Vancetti y tantos nombres libertarios son ejemplos vivos de este ideario. El temor prende de ese poder que ansia perpetuarse sin fisuras y se le intenta descabezar con pringosas acciones .

Ya se había confabulado en la Andalucía del siglo XIX, inventando  la fantasmagórica Mano Negra,como forma de desacreditar al movimiento anarquista y hacerlo pasar por terroristas y violentos. En EEUU condenan de forma capciosa a Sacco y Vancetti, y hacen la vida imposible a Enma Goldman. Lo dicho al principio, si no puedes vencer, desacredita y con el anarquismo esa había sido la política desde siempre.

 

Dicen que su padre fue anarquista, por tanto Martin Villa conoce bien los claroscuros del movimiento. Teme su fuerza pero conoce su debilidad. Gente idealista, libertaria, poco dada a la disciplina, contestataria…y fácilmente manipulable sin patrón fuerte que guíe. Y decide actuar.

Como en todo buen drama, hace falta la mano del traidor, del Bruto de turno que ejecute sin piedad el mandato del poder tendiendo la red en que caerán los ingenuos. Aparece un siniestro personaje que haría las delicias de la novela negra: Joaquín Gambín, alias El Grillo,se llama. Es detenido por la policía en 1977, en Murcia, por posesión de armas y explosivos. Le adjudican pertenencia a la FAI, y le apodan “el viejo anarquista

Nadie en el movimiento le conoce. Nadie ha visto sus movimientos pero la detención y entrada en la cárcel le acercan al movimiento libertario. Se infiltra en un grupo anarquista de presos. José Cuevas, nos cuenta que le llamaron para que le alojara en su casa. Algo no le gustaba a Pepín del Grillo… no se fiaba, pero no había pruebas y venía avalado por compañeros. Le aloja en su casa, tal como le piden,  observando movimientos extraños, preguntas, incitación a ser más violentos, a emprender acciones descabelladas. Les llama mierda de anarquistas porque se niegan a utilizar la violencia extrema que él sugiere… Pepín sigue desconfiando.

Un día El Grillo le enseña una maleta con armas, Pepín se enfada y le echa de su casa. Al día siguiente un grupo de camaradas de Pepín han quedado para ir a una manifestación. Hacen cuatro cócteles Molotov, con poca gasolina con el fin de tirarlos a la menor ocasión. Van con el Grillo  que les conduce hasta el Scala, donde los tiran justo en el hall de la sala.  Cuando se alejan ven como una enorme columna de humo sale de la parte trasera del edificio. Piensan que es imposible que sea debido a su acción, sus Molotov, han sido puestos en el hall. Son poco menos que cuatro litros de gasolina, no es posible que arda ni un cortinón. Se refugian cada uno en su casa sin imaginar el drama que entre las paredes del edificio acontecen. Cuatro trabajadores mueren en el incendio.

Pocas horas después son detenidos los tres compañeros;  Pepín es el último en caer. Los demás están en Comisaria y el último lleva la peor parte. Todo apunta a su cabeza.

Detienen a la compañera de Pepín y a varias mujeres  más. Se detienen a más de doscientas personas en redadas aleatorias por las calles. Se conocen el nombre de las víctimas mortales del incendio , Ramón Egea, Juan López, Diego Montoro y Bernabé Bravo, de ellos tres son miembros de CNT… para más ironía del destino ya que es el sindicato mayoritario del Scala.

Los detenidos y posteriormente procesados son:  Xavier Cañadas, Arturo Palma y José Cuevas, su edades oscilan entre diecisiete y veinte años.

Las torturas infringidas a Pepín son crueles, de ellas se encargan tres cachorros de la ultraderecha que son policías como forma de acceder a la carrera de derecho. Nos cuenta que lo peor de todo el proceso fue ver a su compañera siendo golpeada sin piedad. Recuerda dolorido aún, como al desnudarse ambos delante del forense, ella tenía el cuerpo entero amoratado. Desde el cuello a los tobillos no había ni un milímetro sin hematoma. La han amenazado con despeñarla, pegado hasta hacerla perder el sentido. No hubo cargos contra ella, su delito: ser compañera de Pepín. Con una sonrisa pícara nos dice que tuvo   menos suerte que otras compañeras de delincuentes que salen impunes de cualquier delito. Evidentemente, hay que nacer princesa para tener el privilegio de la impunidad y a la compañera de Pepín no la acompañó ese nacimiento. Pasó seis meses en la cárcel; fue declarada inocente. Nadie la indemnizó por las torturas y por esos meses de terror vividos.

En 1980 fueron juzgados los tres implicados. Un testigo que vio llegar a un hombre a la discoteca con un maletín horas antes del atentado -regentaba un kiosko de prensa frente a la sala- murió de un tiro en su puesto de trabajo. Nadie vio a los implicados, no había pruebas ni testigos,  la policía “limpió” la sala con la rapidez de un rayo, en solo 24 horas y sin mandato judicial. Denegaron la petición que hizo la CNT de enviar a peritos independientes para revisar la sala. Sin pruebas, sin mayores indicios fueron condenados a 17 años de los 300 que pidió el fiscal. El mismo fiscal que comentó lo injusto de la condena por falta de pruebas e indicios, pero que él no se jugaba la carrera por defender a tres inocentes que fueron cabeza de turco.

El Grillo salió de la cárcel en un año, el resto de detenidos, tardaron dieciséis largos años en ser libres.  Se sabe que cometió varios delitos más tarde que quedaron impunes, reconoció después,  haber sido confidente y promotor de atentado, por el que las Fuerzas de Seguridad del Estado le pagaron 45.000 pesetas mensuales durante un tiempo. Luego se le perdió la pista y nunca más se supo.

 

Rodolfo Matín Villa pudo dormir tranquilo así como el poder domado de la Transición, habían descabezado al movimiento anarquista ibérico. Nunca se repuso de ese golpe, cesaron las afiliaciones en masa que desde la legalización habían florecido en las sedes cenetistas. Hundió al anarquismo en la zanja de la casi clandestinidad, pero sigue germinando con la lentitud de las plantas indelebles. La acción de Martín Villa, costó tres víctimas mortales, además de la detención de los tres hombres, y dos mujeres y las torturas. Todo ello está en la conciencia del sátrapa junto con tantos otros crímenes que su sentido de Estado le hicieron cometer. Es uno de los padres de la Patria y de esta Transición tan venerada.

Hoy el caso Scala sigue cerrado, los crímenes cometidos por Rodolfo Martin Villa han prescrito (como tantos) . He conocido a Pepín (José Cuevas) que salió de la cárcel y marchó al campo para hacerse pastor. Refiere sus vivencias y su fe inquebrantable en el ideario anarquista al que se mantiene fiel y nos cuenta lo vivido para que jamás olvidemos. Y para que crezca el sentimiento libertario en nuestros corazones.

Gracias Pepin por tu fuerza, por tu vida y por tu valor. Gracias a los cenetistas que os habéis mantenido frente a la mentira y el sinsentido. Sois grandes porque representáis lo mejor de ser humano: la capacidad de ser libres.

 

María Toca

 

Enma Goldman

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

4 comentarios

  1. No nos confundamos. Esa España franquista, cinica y manipuladora sigue vigente. Su fijación se centra ahora en titiriteros, raperos o actores librepensadores. Para ellos son la semilla de la pérdida del orden, algo a lo que no están dispuestos. Sin embargo, la gran urna de cristal sigue protegiéndoles de sus fechorías. A fin de cuentas, la sociedad en la que vivimos está diseñada y controlada por ellos. O por lo menos eso es lo que creen.

    • En ellos andamos, Armand, en desmontar el tinglado que forjaron los herederos del franquismo. Tienes mucha razón, sigue vigente la vieja España. ¿Podremos sacudirla de la caspa de siglos? Ahí andamos. Un abrazo y gracias por tu colaboración

    • Y que altura de argumento, Carles Guira, hijo mío no se como no tiene una cátedra, ahora que los masteres andan de rebajas. Salud y gracias por su «amable» calificativo a un artículo que costó horas de trabajo y sangre y lágrimas de quienes lo padecieron.

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