¿ESTAMOS TOCANDO FONDO?

Cuando yo escribí nuestra función “Las tres muertes de Lola” tuve que sentarme. Yo escribía a diario y de pie, chancleteando la casa, nunca fui un tábano de mesa y despacho. Yo era azul marino hasta que la vida perra me llevó a una calle sin sol, qué le vamos a hacer. Pero cuando “Lola” me sentó fue por la emoción. Porque “Lola” no fue una obra de encargo como “Torre del Aire” petición de un enreda al triunfar con la Yerma de Iria Márquez, ya llovió. Por “Torre del Aire” el enreda me pagó bien. Y la función dio de sí más de lo que se esperaba.
Con “Las tres muertes de Lola” yo me emocioné al escribirla. Estaba viviendo otra vez mis 30 años y los 29 años de Alejandro Ruiz Huerta, único superviviente ya de los nueve de Atocha. Un tiempo de pavor y locura.
Esa misma emoción llegó al teatro del estreno, donde yo percibí que hasta los que seguían de pie a la excepcional actriz Beatriz Jimeno Sicilia en el montaje de Ricardo Galán, estaban viviendo a Lola González Ruiz. No andaba yo equivocado porque en esto también coincidí con Alejandro, él compañero de trabajo y balas asesinas de Lola. En el coloquio que siguió después, yo abundé en aquellos años de este país donde la muerte era muy barata, y no existió el Estado. Había un ejército dentro del ejército, y una policía dentro de la policía. Espero que ahora haya clareado.
Emoción me produjo escribir y ver en el escenario “Las tres muertes de Lola” (en 2025 vuelve a Madrid). Y tristeza. Porque hablaba yo del tema con gente afín aunque joven, con un pasado poblado de banderas culturales. Y la respuesta por su parte era que la matanza de Atochales sonaba”.
Cuando Alejandro tenía 29 años y yo 30 nos preguntábamos qué pasaba en este país convertido en una patria salvaje. ¿Y ahora? ¿Y si ni siquiera hubiera curiosidad y no les suena nada? Irene Escolar (tataranieta de faranduleros) que ahora vamos a ver interpretando ese tiempo, preguntó a la familia qué pasó con la historia. Qué pasó de verdad, al ver el monumento del abrazo en Antón Martín. ¿Cuántas Irenes hay ahora en España?
TVE va a estrenar el miércoles la serie “Las Abogadas”. Creo que resucita la memoria y recrea aquel país. Me desazona que haya tenido que esperar un hueco en un folletín para emitir el trabajo de Patricia Ferreira y otros. Digo Patricia porque se nos fue antes de tiempo. Y porque me da esperanza su pasión por el cine documental, casi a la altura de Martín Patino.
Después de que la televisión pública ofrezca este servicio obligatorio ¿se despertará la curiosidad de las Irenes o se quedarán en la plaza de los bandos de Broncano y Motos? La contraprogramación de los imperios mediáticos por tierra, mar y aire se da por supuesta.
Y tal vez nos expliquemos, ante el desierto informativo al que han condenado a las nuevas generaciones, por qué el caladero de adhesiones a una derecha más parecida a Celia Gámez que al propio Torcuato Fernández Miranda está en ese vacío, en ese no saber, no querer saber y no querer que se sepa.
Valentín Martín.
Sobre Valentin Martín 62 artículos
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria), que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista, escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República, inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.

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