Holocausto en el mar.

Cuenta  la historia que el genocidio nazi comenzó con la despersonalización de las víctimas. Es el primer paso que se da. Cambiar la humanización por la cosificación, a partir de ese momento la barbarie campa y se extiende.  Lo saben bien los tiranos de cualquier ideología y lo utilizan hasta la saciedad las dictaduras de todo tipo. Para ello ocultan los nombres y la condición humana pasa a ser ninguneada. Las víctimas son “cosas” que no tienen condición humana.

En los albores de la esclavitud, se impidió  esclavizar a la población hindú por ser ciudadanos británicos, no por ser personas. Un británico era persona…aunque fuera de color o hubiera nacido en un lugar lejano. Esto  hizo que el tráfico de esclavos se desviara a África, porque los “negros” no tenían condición humana por lo que, sin ambages ni escrúpulos de ningún tipo, se les encadenó y durante siglos el exterminio de africanos fue común.

Durante el genocidio nazi las “razas inferiores”  tampoco eran personas, según el ideario perfectamente definido en el Mein Kapf, desde el 15 de julio de 1925 que se publicó y se detalló claramente qué hacer con ellos. Los “no personas”, las “razas inferiores” eran reo de exterminación para no contaminar la raza aria, que esa sí era importante y humana. En el exterminio se incluía a los enfermos, tullidos (menos el cojo Goebels, porque siempre encuentran exención para los suyos) y personas discapacitadas. Por eso “la solución final” llegó rodada. Al no ser personas queda un limpio espacio para exterminar a las “cosas”

 

Ha querido la casualidad ( o la causalidad) que me encontrara leyendo un libro magnifico que aconsejo, de Edurne Portela, Maddi y las fronteras, historia real de una mujer vasca, colaboradora de la Resistencia que fue apresada por los nazis en el último momento de la guerra. La parte más terrible del libro, cuenta la travesía realizada por ella y su prima, Marie Jeanne,  en  el tren fantasma que atravesaba Europa, en los estertores de la guerra con miles de prisioneros que caminaban hacia la muerte, cuando ya estaba todo perdido para los alemanes. Era gente envuelta en mierda, compartiendo el hambre, la sed, la deshidratación, la suciedad absoluta, los piojos, mientras los muertos  se tiraban cuando el tren paraba por lo que  durante días compartían espacio con vivos. Las necesidades se hacían en calderos que desprendían un olor irrespirable en los vagones. Pesaba sobre todo la suciedad de las personas encerradas (cuenta Maddi, en la voz de Portela que en seis meses solo se ducharon tres veces)… Se convirtieron en seres deshumanizados por el terror,  que no eran considerados humanos con el empecinamiento de unos comandantes SS que los conducen a la muerte cuando ya todo parecía perdido para el III Reich. Mientras ciudadanos de las poblaciones que atravesaban, saltaron la barrera del miedo y ofrecían fruta, agua y manos solidarias a los presos.

El sadismo empecinado de los sin alma, de los subhumanos (ellos sí) seguía atravesando países y países con su carga de muerte para descargarla en Ravensbrück o Dachau sin pensar que un mínimo rasgo humanitario, dejando ir a los espectros que llevaban en los vagones, les hubiera reconciliado con la raza humana y quizá hubieran conseguido cierta piedad en la condena posterior. No ocurrió. Siguieron adelante,  aun viendo la guerra perdida. Porque estaban convencidos de que el cargamento no era humano. Para los Commandant SS al cargo de los presos, cumplir el deber de limpiar la raza aria de escoria inferior superaba cualquier atisbo de piedad.

Deshumanizadas las víctimas,  son carga, son problemas, son cosas a eliminar.

Mientras tornaba a mi casa desde Madrid,  en el tren  leyendo el libro de Portela, una noticia me saltó en la pantalla del móvil. Se trataba del escándalo formado en Italia por el video del karaoke en donde se ve a Giorgia Meloni, primera ministra italiana, cantando a voz en grito junto al cumpleañero Salvini, a la sazón ministro  de Infraestructuras y Transportes y presidente de la Liga, que celebraba su cincuenta aniversario.

Meloni tomó un avión para celebrar con su ministro dicho cumpleaños a la vez que despejaba dudas sobre las disensiones internas del gobierno italiano. Precisamente ese fue el motivo de hacerse públicas las imágenes que compartió Nicola Porro, subdirector del periódico amigo de la pareja, Il Giornale. La Meloni, que no tenía hueco en la agenda para asistir a los funerales ni acompañar a las familias de las  ochenta personas (sí, personas) que se ahogaron a poco menos de las 200 millas de las costas italianas, sí tuvo tiempo de celebras el cumpleaños. El gobierno italiano ha dictado una orden de no auxilio a las naves que llevan personas refugiadas. Este último  barco se hundía y lanzaba mensajes de socorro. Nadie les auxilió y perecieron ahogadas 80 personas.

La canción de Mariela,  que cantan en ese vídeo, cuyo autor es el antifascista y anarquista Frabrizio de André, cuenta la historia de una mujer de dieciséis años, inmigrante interior, que se ahoga intentando buscar una vida mejor en el río Tanaro huyendo de la pobreza de su tierra de origen. Es posible que ambos mandatarios, tan iletrados como crueles, no conocieran el origen de la canción. Y si la conocían, peor. Suena a ironía, a sarcasmo perverso.

Las personas migrantes se ahogaron frente a la costa de Steccato de Cutro, en Calabria. El cristianísimo gobierno italiano no tuvo tiempo de rezar por ellos.  No asistieron políticos a rendir homenaje a las víctimas por problemas de agenda. No tenían tiempo…

El viernes día nueve de marzo, Salvini cumplía cincuenta años, Meloni sí tuvo tiempo para cruzar Italia en avión y celebrar fiestón con el fantasmón de su ministro de Infraestructura. Un día después, el sábado diez de marzo, dos cadáveres -un padre y su hija,  una pequeña de cinco o seis años- eran devueltos por el mar Jónico a las costas calabresas. Una pequeña Mariela, pero sin canción.

 

No había tiempo para llorarlos. Para el inmundo gobierno italiano, no eran personas, eran solo inmigrantes, refugiados…Cosas. No son  humanos como Salvini y su cumpleaños, que  sí lo son.

Si realizo el paralelismo con mi lectura, con la muchedumbre nazi o esclavista, no es casual.  Tengo la certeza de que tienen la misma materia mental y comparten, sin disensiones, ideología con los otros. Estos gobernantes derechistas  despersonalizan a seres humanos hablando de mafias y disimulando su racismo en un karaoke.

No soy yo sola la que lo dice, un antiguo y glorioso futbolista, hoy comentarista deportivo de la BBC, Gary Lineker,  hizo el mismo paralelismo con su gobierno, el del remilgado  Rhisi Shunak, de procedencia india para más escarnio. El honorable Lineker  apuntó el paralelismo del gobierno británico, por su política antiinmigración, con el nazismo,  le echaron de su programa deportivo de la BBC,  hasta que el clamor popular le ha devuelto el puesto.

Hoy, ahora, en estos tiempos, la deshumanización de las personas que huyen de hambrunas, de guerras, de crímenes y miseria llegando extenuados a nuestras costas, es paralela a la ocurrida en los momentos más oprobiosos de la historia.  Los hacen pasar por  “masa”  intentándolos dejar sin nombre, despersonalizando con la misma cruel ideología que el nazismo y los esclavistas que lo hacían con el “material humano” al que esclavizaban o exterminaban de forma industrial y organizada.

Hoy, el Mediterráneo es una enorme fosa llena de cadáveres sin nombre que va a llegar a contener las mismas cantidades de muertos que los campos de concentración que intentan mantener la memoria del genocidio nazi. Pienso que solo contemplando las aguas de ese mar que entierra en sus fauces a tantas personas inocentes podemos hacernos una terrible idea del genocidio que estamos contemplando con los ojos abiertos y el alma muy seca.

María Toca Cañedo©

 

Sobre Maria Toca 1684 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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