Estamos hartas de escuchar que a la clase política solo le interesa el poder, que todos/as son iguales y unos cuantos tópicos del estilo. Lo que es inherente a cualquier profesión parece estigmatizado en la política porque queremos entenderla como una especie de sacerdocio pulcro y generoso donde el servicio a los demás prime. Ay, esa cultura judeo cristiana el daño que hizo.
Nunca estuve de acuerdo con esa premisa porque entiendo que si en cualquier profesión es, no solo licito sino
exigible, tener cierta ambición, no veo porqué demonizar la que existe en política. Todas queremos llegar lejos en nuestro trabajo, obtener la satisfacción de un triunfo basado en la propia superación y esfuerzo. En política, más. Porque si no se ansía el poder una se hace activista no política. La persona que se presenta a unas elecciones es para ganar o para apoyar a que ganen los/as suyos, porque el poder capacita para cambiar las cosas, o por lo menos intentar realizar los sueños y las creencias que han impulsado a la lucha política. El problema no es querer ganar sino el por qué se quiere ganar. Si es para obtener prebendas, sueldos vitalicios y prevaricaciones varias: mal, muy mal. Si es para llevar a cabo las ideas con las que pensamos ayudar a la sociedad a mejorar y con ella la vida de la mayoría de la gente (incluso de los que no les votan) me parece bien o muy bien.
De siempre he tenido una cierta prevención hacia los iluminatis que se “sacrifican” por el pueblo, que se “dejan la piel” por la sociedad…Carne de tirano, me digo, corriendo a guarecerme en la trinchera más próxima. La experiencia vivida hasta ahora avala la idea de que esos sacrificados por el pueblo y por la sociedad, si no obtienen su escaño, concejalía o ministerio saltan hacia la vida civil con la misma facilidad que antes nos prometían amor eterno. Si obtienen el poder suelen ser intransigentes, bastante intolerantes y nada prestos al dialogo que es la idiosincrasia de la política. Se entiende que de la política democrática, claro. Creo que los “iluminatis” forman una pléyade de siniestros capos que originan el fin del ideario revolucionario o libertario de cualquier sociedad. Revisen la historia, verán como todos los que creían estar en posesión de la verdad (la única verdad, no la subjetiva que es razonable) han hecho la metamorfosis hacia sanguinarios burócratas.
Por tanto, es momento de ver a la política como una profesión más. Dejemos de sacerdocios que engrandecen egos enfermos. Usted llega a la política de forma voluntaria, se esfuerza y trabaja como un/a penada y le pagan por ello. El hacerlo bien, el esforzarse en mejorar y en conseguir logros, forma parte de lo previsto. Lo demás pompa sustituible. Punto.
Dicho esto, que ustedes dirán a qué viene (casi me lo digo yo porque divago tanto que me pierdo a veces… más de las deseadas) a que la negociación, la pelea por obtención de cargos, por ir más arriba en las listas electorales, no solo es normal sino perfectamente lógico antes de la presentación electoral. Puede no gustarnos y tengamos el deseo de una clase política seráfica y angelical pero si lo piensan así no conocen la naturaleza humana. Una lucha por las propias ideas con pasión, como corresponde, es normal. Intentar posicionarse lo más alto posible de las listas electorales para realizar la labor para la que se considera capacitada, sin pisar, sin aplastar a compañeros/as, a ser posible no es negativo, al contrario. De hecho, si ustedes preguntan, verán cómo les cuentan fiascos de hasta puñetazos en las reuniones de configuración de listas o negociaciones electorales.
Siempre he detestado la mezcla entre relaciones laborales y personales…que pueden surgir al cabo de tiempo y de afinidades propiciadas por el roce, por supuesto, pero no antes. Creo que parte del fracaso de ciertos círculos y bases de Podemos fueron las “liasons” que se produjeron en los primeros tiempos. Desde la cúspide se potenciaba la “amistad” que derivó en flirteos y encamamientos variopintos propiciados por la pasión del momento. Las salidas después de las reuniones intempestivas y la convivencia arrasadora del éxtasis político que la primavera revolucionaria produjo en los integrantes, casi todas/os jóvenes y con el sistema hormonal revuelto, provocaron, como digo, un apareamiento problemático. Algunos de los programas políticos se fueron al traste por celos, amores contrariados y rupturas explosivas (revisen hemeroteca o pregunten a interesados, verán) Puede parecerles excesivo lo que cuento, pero créanme…que me quedo corta.
En cambio las personas que han hecho de la política una profesión de fondo o una implicación larga, me comentan que no hacen amigos/as en el partido, que solo son compañeras. Y me parece perfecto. Porque si la compañera te pisa no duele tanto como si el que te clava el aguijón acaba de salir de tu cama. Dicho sin ironía…
Quizá si se tomaran la política como algo tan serio como una cirujana se toma la operación a corazón abierto que hará al día siguiente, o la ebanista que tiene que realizar una mesa que esté perfectamente nivelada, se prepararían más y se evitarían espectáculos lamentables como vemos cada poco. Y no, no me refiero a lo visto en Andalucía. Aunque también.
Esas personas dedicadas a la política de forma profesional, con el ímpetu de la ambición por hacerlo bien, por niquelar un trabajo que quede en el recuerdo de lo perfecto, se prepararían porque su acción tiene consecuencias.
Algunas de ellas paso a explicarlas.
Si la persona profesional política no hace bien su trabajo, se propicia que pierda elecciones, que los adversarios tomen el poder. Puede ser que haya países en que eso no importe tanto. No es nuestro caso. Desgraciadamente parece que cada vez debiera importar más.
En EEUU se ha filtrado un proyecto de borrador que ha confeccionado el Tribunal Supremo con el fin de abolir el aborto. Se prevé que más de la mitad de los cincuenta estados se acojan a esta prohibición. En algunos se habla, incluso, de prohibir los anticonceptivos y preservativos para personas solteras. Evidentemente esto es solo el principio de lo que se avecina. Las leyes igualitarias de las personas lgtbi, tan luchadas, se irán por el hueco de la cloaca legal que los ultraconservadores pretenden imponer.
Si la prohibición del aborto no les importa mucho les diré que el incremento de muertes de mujeres producidos por abortos clandestinos subirá como la espuma. La mayoría de mujeres que abortan tienen más hijos, con lo que se produce el drama al completo. Por no hablar del problema sanitario que se produciría ante la restricción del preservativo.
En EEUU, la gran mayoría del país está a favor del aborto. No hay discusión sobre el mismo, ni polémica. Ha sido la labor de zapa del Tea Party y de grupos de evangelistas fanáticos (y católicos, que se nos olvida) los que han presionado para que fuera Trump el que nombrara miembros conservadores, de su cuerda, en el Tribunal Supremo. Precisamente, Trump, el gran rijoso y abusador de mujeres, que impuso políticas restrictivas sobre sexualidad…
La influencia que la abolición de derechos en EEUU va a tener en América Latina, también en Europa, será grave puesto que en estos momentos, diferentes países del sur andan luchando por conseguir los derechos que creíamos asentados. En Europa los aires, o ventoleras, ultraderechistas son aluvión. Tomemos Polonia, Hungría, como ejemplo, pero podemos seguir por otros países en donde el liberalismo social le creíamos asentado.
El hacer mal el trabajo político supone que ganen los que pretenden arrebatar a zarpazos la Seguridad Social que ya convalece de enfermedad terminal. Si eso ocurre, millones de personas nos quedaremos desprotegidas ante la enfermedad y la muerte porque solo los ricos pueden pagar las sumas infames de una medicina privatizada. Las milongas que cuenta la publicidad de que por 25€ euros al mes ustedes tienen derecho a ir a Houston para curar el cáncer son eso, milongas, que si las creen vayan al terapeuta a curar la inocencia cenital.
Supone también que la enseñanza pública será de nuevo el gran almacén donde se arracimen los/as hijas del pueblo sin acceso a nada más que cumplir con las cuatro reglas suficientes para entender que la vida se reduce a ser esclavo/a sin derechos. Vamos, a trabajar como burras toda la vida porque los sindicatos están ¡cómo no! en el punto de mira del ultraderechismo recalcitrante. Tiro y somatén al obrero rebelde; lo pongo en masculino porque las mujeres volverán a casa a cajas destempladas perdiendo el derecho al trabajo.
Los derechos feministas se irán a la mierda. Nos veremos obligadas a quebrarnos de nuevo la pata y a obedecer al varón sin más derechos que el silencio. Quizá nos impongan el Servicio Social para aprender a coser, a bordar y a lavar el culito de nuestros bebés. Por el imperio hacia dios, ya saben.
Las personas lgtbi se verán impelidas a volver a la oscuridad de un armario muy profundo e inicuo y a visitar la cárcel cada vez que una explosión de afecto o de sexualidad se manifieste en público.
Ustedes pensarán que soy catastrofista y están en su derecho. Yo misma me lo digo a veces cuando comienzo a angustiarme viendo a las jóvenes reír y vivir despreocupadas. Pero no lo es. Revisen programas electorales. Revisen discursos y revisen las políticas de Bolsonaro, Trump, Salvini, Orban…
Por eso, me indigna tanto que las personas que se dedican al trabajo político no hagan la función para la que les votamos y pagamos. Me indigna que disfracen una profesión tan importante con vestidos de inocente y promiscua banalidad. Estáis obligados a bregar. Estáis obligados a hacerlo bien porque el paciente se muere. La sociedad está muy enferma, fíjense que no he hablado nada de los avances que pretendemos desde la izquierda –Renta Básica Universal, internacionalismo, reparto de riqueza, socialización de la empresa- Tan solo he hablado de mantener derechos. En el caso de que lo hagáis tan mal que la decepción prenda (más de lo que ha prendido) el viraje electoral está claro. En momentos de inseguridad, cuando la izquierda no cumple ni promete mejorar ni ofrece esperanza, se tiende a escuchar al que grita consignas porque da seguridad. El patrón guía al rebaño descarriado y ellos lo saben. Tienen 52 diputados más los otros que son primos hermanos y más afines de lo que nos cuentan, y van a más.
Mientras la izquierdita discute y filosofa sobre el ideario marxista, gramsciano, libertario, compulsa libros y se debate entre el trotskismo y el leninismo…los otros hacen una labor de zapa perfecta. Dan soluciones sencillas a problemas profundos que el pueblo compra. «Si la sanidad va mal es por culpa de que los sanitarios (funcionarios) no trabajan. Solución: privatizar».
«La enseñanza buena la dan los curas y las monjas por lo que hay que darles mucho dinero abandonando a la publica porque solo van moritos/latinos y menas».
«Y por favor, no destruyamos a la familia. El matrimonio hetero y nada más, el aborto anatema (hijos los que dios mande) y las mujeres en casa a cuidar la familia».
Ese es el fin. Esa es la meta de una derecha ultramontana que acecha detrás del seto que la izquierda se empeña en deshojar.
Hagan bien su trabajo, queridas políticas de la izquierda, que sus peleas sean antes para aclararse de forma que cuando salgan al ruedo electoral presenten propuestas ilusionantes, no meras componendas cobardes ante el capital. Prometan el cielo y trabajen como profesionales para, por lo menos, subirnos unos cuantos peldaños pero prometan el cielo y luchen por él. Andamos hartas de cobardes.
Háganlo porque si no se consigue parar a los barbaros, en breve ustedes y yo tendremos un enorme bozal en la boca. Si no estamos ante un paredón, que todo puede ser.
María Toca Cañedo©
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