Me debato entre la autocensura ( ayyy si me oyera Cebrián) o dar salida a las impresiones que me produce el espectáculo de sombras chinas que nos están ofreciendo los de la nueva política. Y es que dar pábulo al adversario, siendo como es, da cosica. No es mi pluma (teclado) sospechoso de lanzar dardos a favor de los que nos ponen soga y cuchillo al cuello, pero es que harta y malea el espectáculo.
¡Nos habéis dado buenas Navidades, queridos! Ni con besos o morreos varios se nos quita el susto de veros a la greña pública con el impudor del destape típico de los sesenta del pasado siglo. Le decís con mucha razón al bipartidismo, que no pisa la calle, que no se entera de los problemas del ciudadano. ¿Qué decir del disloque que os asalta? Lucha machuna, con cuerna de antílope africano, parece, la verdad. Los que antes laminaron, censuraron, expulsaron (malos recuerdos en Cantabria, por nombrar lo vivido de cerca) e insultaron, ahora se mesan los guedejos lamentando censuras y expulsiones. Y a la contra. Monedero, tan brillante, tan ágil de mente, que no dudó en machacar los círculos formados con la ilusión del neófito, ahora clama por volver al principio. El jefe, que consintió desmanes, se dio cuenta que no era ese el camino y se volvió, de pronto y sin aviso, contra los que antes apoyó. Dais penica, la verdad, si no fuera porque detrás hay cinco millones de votos expectantes, y muchos que no os votaron pero apreciaron el revulsivo que supuso despertar del letargo de tanto bipartidismo.
Os estáis devorando sin pudor, mientras asistimos inanes al espectáculo dantesco de vuestras rencillas como esos hijos que contemplan como se deshace el matrimonio de los padres, entre peleas infantiles, que discuten quien se queda con las sartenes o las sábanas. No es eso lo que se votó. No es eso, ni es el camino. Vais mal, porque el elector/a hará (me temo) lo que suele hacer cuando ve desorden: inhibirse, ante tamaña marabunta.
No digo yo que vayamos a la pax romana, o a la del cementerio. No, claro que hay que debatir, discutir hasta quedarse ronco, delimitar y aclarar las líneas y las prioridades. Pero con estilo, chicos, que dais la razón a los bocachanclas que os insultan. El problema es que actuáis en caliente, con vísceras, sin empatía, sin inteligencia emocional, como machotes puros que debaten en la barra del bar, quien la tiene más grande. Y no se puede. Estáis perdiendo el norte.
No entro en facciones, porque ambas, me parecen útiles y ambas, cometéis errores de bulto, pero lo que discutís es el sexo de los ángeles, o el poder, o el y tú más. No nos llega, de verdad. Y mira que intentamos comprender, pero es imposible. Aburrís por inanes, por incapaces de haceros entender, porque me temo, que ya no sabéis ni de donde partió todo.
A ver: en todo partido político hay facciones. Cuanto mayor es, más habrá. Es lógico y útil, como forma de integrar las diferencias ideológicas que es tradición en la izquierda. La derecha, ya se sabe, se mueve por interés y poca ideología, por eso no se divide ni se subdivide tanto. Creo, que cuando se entra en política las vísceras se dejan en casa. Uno llega aplacado, a negociar hasta la extenuación, se olvidan los viejos agravios, si se puede, o se deja la primera línea. Y a empatizar, antes de nada, con el de a pie, y luego con la militancia. Se da voz y se interpreta. El liderazgo es eso: saber interpretar la voz del ciudadano. No al revés. Que vais de teóricos, de sabelotodos y os la dan con queso. Mirad al PSOE y al PP, enfangados hasta el cuello, perdiendo votantes y gobernando en comandita tan felices, encuernando al pobr C,s, que menudo papelón le toca. No es que sean ejemplo, pero, como dijo la mamá de Boabdil: » llora como memo lo que no supiste defender…»(no lo dijo así, pero me niego a repetir frase machuna) Pues eso. O ponéis orden u os/nos van a dar…
María Toca
26-12-2016.
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