Un análisis de la composición de los tres tribunales realmente decisivos para la orientación del control social por parte del Estado (Audiencia Nacional, Sala 2ª del Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional), proporciona mucha luz sobre la auténtica naturaleza de España.
Hace unos días hubo una condena a un año de cárcel por un delito de enaltecimiento del terrorismo y ofensa a las víctimas contra Josué Cabrera por comentarios en twitter.
Tres jueces, la única con experiencia en terrorismo, Manuela Fernández Prado, la única que sabe de lo que habla, pedía la absolución (cuelgo el texto), los otros dos jueces que al final han condenado a Josué Cabrera son Concepción Espejel, (querida Concha para Cospedal) y Nicolás Poveda Peñas. La primera sabemos todos quién es. Es durísima en las sentencias por enaltecimiento y la brocha gorda en sus resoluciones al respecto ha sido ampliamente criticada. Nunca juzgó casos de la época dura de ETA como sí lo hacía Manuela Fernández Prado. Nicolás Poveda Peñas, viene del Tribunal de Orden Público, se presento con Falange a unas elecciones y perteneció a FES cuando estudiaba derecho.
El poder judicial está plagado de sujetos como estos y sus relaciones con partidos de derechas han sido aireadas mil veces.
Las decisiones están tomadas de forma anticipada y basta con saber quiénes son los jueces para saber qué se decidirá.
En estos momentos podemos aseverar que en España no hay libertad de expresión y hay presos políticos, ahora si, tenemos presos políticos.
De la corona y tal, de la justicia al servicio del poder, de la absoluta y total corrupción de todos y cada uno de los organismos públicos, los medios de comunicación comprados…vamos, esto no llega ni a remedo de democracia. Pero todo bien, el país va como nunca, creamos empleo por todos lados…sigamos agitando banderas, muchas banderas…¿como hemos llegado a esta situación? se preguntarán muchos cuando ya no tenga arreglo.
De valoraciones por la tv o prensa nada. Al parecer no les parece que esto es una injusticia.
Reinstaurado a toda máquina un nuevo modelo de dictadura judicial, edulcorada a la europea.
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