Matilde de la Torre (parte tercera)

A día de hoy, la figura de Juan Negrín, tan denostada,  está siendo rehabilitada, a lo que como amante de la historia, me sumo. Creo que  los hechos que siguieron a nuestra guerra han dado la razón, o al menos han desvelado las falacias vertidas sobre la insigne figura del doctor Negrín. Fue un gran tipo, culto, correcto, demócrata y socialista. Se demostró que las premoniciones del presidente, sobre lo  que acontecería poco después, se cumplieron de largo. La  II Guerra Mundial llega poco después de la derrota republicana, solo unos meses más que se hubiera  resistido, quizá hoy podríamos contar una historia diferente.

Matilde de la Torre, con la clarividencia y la independencia que la caracterizó siempre, supo entender que el doctor Negrín iba acertado y se posicionó a su lado. También le saldría caro con su propio partido.

La guerra acaba con el resultado conocido, Matilde sale de nuestro país camino de un duro exilio que no será largo, desgraciadamente.

A las ocho de la tarde de un 15 de junio de 1939 llega al puerto de Burdeos una maltrecha mujer, casi anciana, ciega, enferma y depauperada, que camina empujando la silla de ruedas de su hermano. Es Matilde de la Torre. Su idea es embarcar en el  buque “Cuba” camino de no se sabe dónde. Se trata de escapar de huir a cualquier lugar que les ofrezca asilo. En el mismo puerto nos encontramos a otro cántabro de pro, Eulalio Ferrer, que con solo 19 años tiene el grado de teniente del ejército republicano y marcha, en compañía de su familia, huyendo de España y de las tropas nazis que avanzan por Europa. Se conocen someramente, porque tiempo atrás han sido presentados por Matilde Zapata.

Si les preocupa que haya sido de ella, les diré que la insigne periodista, Matilde Zapata,  fue fusilada el 30 de mayo de 1938 en el paredón del cementerio de Ciriego, donde están sus huesos en la fosa común con más de 1200 compañeros/as fusilados. Su delito fue ser periodista y contar la verdad.

Eulalio Ferrer es un joven lleno de fuerza pero con el corazón asolado por la derrota, Matilde y él hacen buenas migas. Esperan cuatro días en el barco que está repleto de gente desesperada sin saber que será de ellos. Son más de 800 personas las que hacinan en el Cuba. Esperan a que el mariscal Petain, sometido a la bota nazi, de permiso de salida. La historia, queridas  lectoras es de ida y vuelta. Antes eran españoles/as las que huían y ahora recibimos, no tan bien como debiéramos, a los/as huidos de otras guerras.

Cuatro días de incertidumbre, de miedo, de suciedad, de precariedad, hasta que por fin, el Cuba sale de puerto y se hace a la mar. A bordo, además de la tripulación van los 800 españoles/as camino de quien los quiera recibir, porque no saben cuál será el destino final de ese tétrico viaje.

Durante el mismo, Matilde repasa su vida con Eulalio, le cuenta cosas, que luego él nos contará a nosotras.  No se quitarán en toda la travesía el chaleco salvavidas  ni el miedo a cruzarse con algún barco alemán o franquista que no les abandona hasta bien entrados en el océano. De noche, navegan a oscuras para no ser descubiertos por el enemigo que los hubiera atacado sin piedad.

Matilde con toda la carga emotiva que tiene detrás, su enfermedad, su ceguera, el hermano inválido,  no se deja vencer por la tristeza o la desesperanza. Nos trasmite Eulalio su entereza, el entusiasmo que mantiene y la seguridad de que el exilio es transitorio. En todo momento, Matilde  expresa un furibundo deseo de volver al país que la había maltratado tanto. En todo momento clamó porque su cuerpo volviera a Cantabria

Descubre que a bordo hay un piano ¡suerte la suya y la del pasaje! Matilde toca todas las noches la música que lleva en el alma. Al piano suenan las jotas que canta con la voz limpia y nostálgica para regodeo de cántabros y del resto de la tripulación. Cuenta Eulalio que en algún momento el entusiasmo que la produce recordar las canciones de la tierra hace que salten las gafas de su cara y vuelen por el aire. Mezcla las coplas de Cantabria con  la Séptima Sinfonía de Beethoven o trozos de Mozart en un triste remedo de las jornadas en el hogar familiar rodeada de los suyos.

El barco se dirige a República Dominicana donde el dictador Trujillo no les deja desembarcar. Solidaridad entre dictadores, podría decirse. Trujillo admiraba a Franco. Éste le devolvió el favor  acogiendo con todo lujo y complacencia a su familia cuando fue derrocado el sanguinario tirano al que retrató tan magníficamente Vargas Llosa, en la novela La fiesta del Chivo, cuando era escritor y escribía…

Seguimos con el periplo de Matilde de la Torre. El Cuba sale del puerto de Dominicana y sigue buscando donde dejar  la carga humana que porta. Hay hambre, suciedad, chinches y pulgas que colonizan a los habitantes del Cuba, sin piedad. Las intervenciones de Prieto desde Francia, ante Lázaro Cárdenas,  hacen que el país hermano, México, acoja a los exiliados y les devuelva un poco de calma, aunque la precariedad y la miseria sean compañía durante tiempo.

Matilde llega a México, el 24 de julio. Han atracado  en Coatzacoalcos, en la costa veracruzana. Los exiliados españoles son bien recibidos, recobra esperanzas,  prometiéndose una vida mejor. Piensa y expresa que dará clase, que escribirá (pobre, casi sin vista) que dará conferencias…Lo que sea para ganarse la vida y alimentarse ella y Carlos.

Aun estando en la más absoluta miseria, lanza una proclama internacional para conseguir fondos  con el fin de que su amiga del alma,  María de Lejárraga, que sigue en Francia en un estado lamentable, recobre la dignidad y deje el hambre olvidado. Para mí y creo que para ustedes, este hecho define la grandeza de Matilde de la Torre mejor que sus escritos, sus conferencias, su erudición y su política. Es capaz de olvidar su penuria para atender la de una amiga. Grande hasta en la miseria.

 

En México, viven, ella y el hermano en posadas infectas, en habitaciones oscuras, sin higiene. Matilde escribe sin cesar pero  está cada día más enferma,  es ingresada en un hospital y el médico dice a los españoles que la visitan, que no entiende como está viva. Ella responde, que “no muere porque no le da la gana”. Para mí que quería volver y resistía como lo hizo siempre.

La pobreza y la enfermedad avanzan hasta que el 19  de marzo de 1946 muere en México donde la entierran en el Panteón español.

Pocas semanas después de su muerte, es expulsada del Partido Socialista Obrero Español, por su postura negrinista, a quien también expulsan. La muerte le evitó el disgusto. Durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, se restableció su militancia y la del doctor Negrín.

 

Creo que Matilde de la Torre tuvo dos problemas para ser una desconocida en su tierra. Por un lado, fue folclorista, por lo que  se la consideró una intelectual menor al ocuparse de investigar la cultura cántabra. Por otro lado, perdió la guerra. El bando vencedor borró los vestigios culturales que destacaron por su amor a la libertad y la justicia, o los desnudaron de su verdadera entidad, como creo es el caso que hoy nos ocupa. Matilde de la Torre fue una intelectual de una talla hercúlea, coherente con la historia, que supo evolucionar con la experiencia y el contacto con la gente que la rodeó. Estudiar, leer y  reeditar sus libros nos abriría a conocerla y a admirarla profundamente.

Matilde de la Torre, no  volvió a su tierra como era su deseo.  Noticias de españoles y de cántabros/as residentes en México  nos indican que su tumba está desatendida, abandonada y solitaria. Desde aquí, ruego a las personas que en este momento detentan poder que se ocupen de esa triste tumba donde yace una cántabra tan notable y si en algún momento se pudiera traer su cadáver, se haga. Ese era su más íntimo deseo, descansar en su tierra, en su pueblo del alma, Cabezón de la Sal. Quiso  ser embalsamada  por ese motivo.

A Matilde de la Torre, le arrebataron su casa, sus pertenencias, su honorabilidad y su vida, creo que merece una restitución que repare de alguna forma tanto dolor causado a una gran mujer que amó a su tierra cantabra,  la cultura ,   la libertad y la justicia por encima de todo.

Fin.

María Toca Cañedo©

 

 

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

4 comentarios

  1. Hermosa propuesta María, si bien dudo que se lleve a cabo, pues ya sabemos de qué pie cobran los que detentan el poder en esa tierra. Salut

  2. Hojalá se cumplan sus deseos algún día.
    Enhorabuena a tí María por esta serie de personajes femeninos que rescatas del olvido.
    Y muchas gracias a José Ramón Viadero de quien tan buen recuerdo tenemos en Balmaseda, por sus trabajos sobre León Felipe.

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