Preparo la reseña de esta novela, que os recomiendo sombríamente entusiasmada.
Hace tiempo que creo que cada sociedad alienta un tipo de delincuencia, que cada crimen es una radiografía de huesos blanquísimos, nítidos, del mundo en el que se perpetra. Capote acabó fascinado con el asesino de los Clutter, que al acabar con aquella idílica familia norteamericana se vengaba del mundo al que no había tenido acceso. En este falso «true crime» el autor traza los diferentes relatos posibles de un mismo hecho: un triple asesinato, muy cruento, del que es responsable un muchacho pobre e introvertido. Cada parte narrará su versión de lo ocurrido. El joven que se declara culpable desde el principio revelará lo inexorable de sus actos, la imposibilidad de escapar de un destino fijado por la desigualdad social, el fatalismo, la resignación. El doctor que se acerca a prisión a valorar su estado mental mostrará la frialdad de la ciencia, sus errores de juicio, la escasa empatía al examinar la conducta de un ser humano acorralado. El relato periodístico del juicio evidenciará la visión sesgada, oportunista, por la que se decantan los medios, distanciándose a conciencia de la verdad, de la objetividad, a fin de vender más diarios.
Pero está el señor Sinclair, el abogado de Roddy, que se apiada de su juventud, de su penosa vida, de su inteligencia precoz, e intenta salvarlo. Y su maestro, el único que le tendió la mano para darle una vida mejor cuando aún era un niño y descubrió que aquel chico era un diamante abandonado en medio del estiércol. La educación como única posibilidad de escapatoria de ese mundo hostil que rodea a la familia de aparceros miserables.
Adictiva, conmovedora, implacable.
Vamos, que me ha gustado y os la recomiendo. Una lectura rojo coágulo ideal para este verano.
Patricia Esteban Erlés
Deja un comentario