PARA, DIAZ (Ayuso)

Lo has vuelto a hacer. Lo haces cada día cuando se despierta tu cachito de cerebro experto en fotocopiadoras. Te has ido a casa de otro, al territorio de Bonilla que es muy salao y se deja, para exclamar el insulto que ocupa todo tu diccionario. Te pareces ya mucho a esa dalia con furor uterino que cuida el huerto de la hija del cura germánico con el mundo en sus manos durante años. Ella, la hija, se fue con su padre a beber de la fuente comunista y volvió para hacer lo que no hizo Hitler: secuestrar países sin un solo tiro y morder las manos que dieron de comer al suyo. Desde un silencioso capitalismo usurero.
Yo no soy comunista, muchacha. Te lo digo porque al mentar al cura de Hamburgo que educó a Ángela en territorio enemigo porque así lo quiso, me acuerdo del fraile Niomoller y me curo en salud.
Pero ser comunista no es un delito aunque Stalin fuera un asesino en serie. Tú hablas mucho de España, como si fueras la Salvaora de Manolo Caracol, aquel sobrino nieto del Paquiro lorquiano, tío de Manzanita, e hijo del fandango y de la zambra él mismo. Te lo digo por si te suena el fandango. Aunque como eres mucho de toros y poco de Federico, tal vez caigas del guindo si te aclaro que su padre fue mozo de espadas de su primo Joselito el Gallo. No el de Ortega y Gasset, otro Gallo. Bueno que te estoy metiendo en un lío, ya te saco. O lo intento.
Comunista español fue un hombre digno como Julián Grimau, torturado y asesinado por la dictadura que no acabó de morir con el testamento del dictador. Julián Grimau no sólo se dejó la vida en tierra española, sino que tu padre de honor y fundador del partido que a ti te aúpa y es el abrevadero de otros, intentó que se dejase el honor mediante una campaña de difamación inaudita para justificar su cadáver, otro cadáver 24 años después de haber acabado la guerra civil.
Casi la misma suerte que Julián Grimau corrió Jorge Semprún, un comunista que, después de salvar la vida en un campo de exterminio nazi y disfrutar de prestigio social y literario en la paz extendida sobre París, volvió clandestinamente a España para luchar desde dentro contra la dictadura a la que servía tu padre de honor. En esta tarea le ayudó mucho Ángel González que no sé si te suena porque Ángel era mucho de güisqui y poco de cañas. A Semprún le hizo ministro Felipe González contra su voluntad. El quería volver a París pero Felipe le pidió un tiempito de ministro para que viajase mucho por este país y al bajar del avión se le cuadrasen a sus órdenes aquellos que durante años intentaron matarlo.
París. A París lo liberaron también de los nazis comunistas españoles. Y a París viajaba, con Franco vivo, un emisario español con cartas para los comunistas españoles que, quieras o no quieras, te absortes o salgas por peteneras, tenían en Europa la legitimidad democrática española. Ahí empezó lo que quiso ser el camino hacia la libertad de todos nosotros. Con los comunistas españoles sacrificando sus ideas para codearse con ministros franquistas en la transición al sueño de la democracia. Yo, que no soy comunista, quizás no lo hubiera hecho.
No vuelvas a insultar más al comunismo español, porque al hacerlo estás torturando otra vez a víctimas de 20 años como Enrique Ruano, o a los abogados laboralistas asesinados en su despacho de Atocha donde defendían a los obreros españoles tan solos frente a los traficantes de pan y dignidad que tu enarbolas.
La historia del comunismo español cuenta con muchas víctimas también. Y la reciente historia de España habría sido distinta sin su sacrificio. Así que no dispares una sola bala más.
Te lo dice un no comunista.
Valentín Martín.
Sobre Valentin Martín 61 artículos
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria), que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista, escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República, inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.

1 comentario

  1. La gente no sabe que es Comunismo. Creen que es dictadura Koreana o mafia rusa. No, señores, dictadores puede haber en muchas casas aupados x las masas y en contra de estas que les elevan totalmente traicionadas. Pero no nos olvidemos o si nunca lo supimos, sepamos y nos informemos de esto. El Comunismo, y sin mancha alguna en el caso de España, solo obedece a la lucha obrera, la democracia y la igualdad. Quien esté en contra de esto, y critique a los Comunistas de nuestra historia, que griten lo que quieren, pero sólo están mostrando su violencia de ignorantes, cegados por fanatismo de derechas. Que nadie sabe a quién conviene en un mundo como él actual, necesitado de aportación de todos y más que nunca de respeto a la inclusión y la eficacia. Lo que se precisa es salir adelante… y estos siguen cegados a quedarse en el poder para vivir como reyes y desperdiciar obscenamente todos nuestros recursos para lo público.

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