Me llegó esta novela presentada por José Ramón Sainz Viadero, que ya es garantía de calidad, con ese aval y el detalle de Elena de enviármela sin dilación, comencé la lectura de Había una vez, esperanzada, aunque no les niego, que después de variados fiascos noveleros, un poco escamada. No es buen tiempo para la narrativa, ni para la poesía. Se la engulle esa corriente comercial que pone bodrios pseudoliterarias en los primeros anaqueles de librerías de postín para que piquemos e incrementemos la desesperanza de encontrarse con el sublime placer de la obra literaria completa. No es el caso.
Elena del Amo, ha escrito una pequeña historia. Pero no una historia pequeña. Había un vez, trata de lo cotidiano, del sutil desarrollo de una vida en donde no pasan grandes cosas, y si pasan se ahogan en el silencio de las familias bien donde los dramas quedan soterrados debajo de una capa de saber estar. El que la novela no esté agitada de tempestades dramáticas, no le quita interés, al contrario, le da un aire grave, de sutileza , que le hace enormemente atractiva.
La novela tiene tres partes. En las dos primeras, más abundantes, está escrita con voz infantil, algo que me parece extremadamente difícil. Si queremos cuadrar bien la historia y la forma de contarla hay que encontrar el tono justo en el que “oigamos” la voz infantil sin caer en el pastiche ni en la simulación. La pequeña Eugenia es tan creíble que la vemos avanzar por la novela, la comprendemos, la vemos crecer y la amamos por su sencillez. Elena, resuelve esa voz con prestancia, con decoro y nos impregna de la suave nostalgia de la niñez, en donde todas hemos sentido soledades varias y el deslumbramiento ante sucesos incomprensibles que, ora nos producían el frío de la falta de cariño o el desasosiego de la temida soledad de la añorada (a veces de forma falaz) infancia.
La voz de la pequeña Eugenia nos cuenta de forma tan sencilla que parece seda dialéctica, el devenir de esa infancia donde la madre es la gran ausente. Eugenia desgrana sus vivencias de forma diáfana, tan sencilla que nos acaricia con su lenguaje sutil, sin estridencias.
En la segunda parte nos encontramos con una niña que ha crecido, con el apabullante juego de sombras de la pubertad, donde las ausencias y la comunicación entre los hermanos, hacen llevadera la penuria, que a nivel sentimental, sigue embargando a Eugenia.
Por último una adulta nos cuenta poco de lo que acontece en su familia. Nos deja con ganas de saber más, de conocerla mejor, de ver cómo vive esa adulta Eugenia después de que nos acompañó durante tantos años. Y así es como deben acabar las buenas novelas, dejándonos en la boca el regusto de la despedida, la pena y las ganas de seguir cerca.
Elena del Amo ha escrito una bella historia, que se derrama con la suavidad de la seda. Una novela que no deben perderse.
María Toca
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