Más allá de la piel, los kilos o la morfología corporal, la edad, las circunstancias vitales, la situación de vivir en la calle, el empobrecimiento, la falta de capital de conocimiento hegemónico, la diversidad intelectual, la carencia.
Más allá de todo ello lo que siempre se nota y funciona como mediador relacional es:
– Yo necesito más de este vínculo que tú.
– Tú me haces falta, en este momento, proceso o años de vida.
La subordinación relacional se nota.
La necesidad mayor del vínculo se nota.
Se nota, se percibe y se utiliza.
En la amistad, lo amoroso, en las interacciones sociales, en el empleo, en los grupos.
En el trato con la Administración cuando un expediente que te concierne y afecta depende de la buena voluntad de una funcionaria, en un hospital o centro sanitario cuando tu salud depende del criterio de otra persona que decide y prescribe, en el ámbito judicial, cuando tu seguridad o la de tus criaturas está en manos ajenas.
Con los amigos, cuando tu necesidad de compañía es mayor que el ofrecimiento de compartires mutuos.
Con las parejas o amantes, ay, con las parejas cuando en ti hay ganas, deseos y futuribles muy soñados, mostrados abiertamente. Y en el otro evasión o migajas.
La subordinación relacional se nota.
Se siente, se percibe en el cuerpo propio y en la reacción o devolución enfrente.
No hay mayor acto de consciencia colectiva e individual que no aprovecharse de la posición de vulnerabilidad circunstancial de una persona.
No utilizarla para agrandar nuestros egos henchidos ya.
Porque esa amiga que necesita más contacto, la madre que está sola y da de todo para recibir amor, la novia que sigue mandando mensajes por la mañana sin recibir respuesta, la señora o señor octogenario que te cuenta sus dificultades o el hombre que acude a la seguridad social pendiente de su prestación de incapacidad temporal; todos esos podemos ser nosotros mañana.
Y que se nos note, oye.
Que se nos note que nos hace falta horizontalidad, buen trato o amor.
Buen día, otro día.
Fuerza Valencia
María Sabroso.
Obra fotográfica de Helena Almeida.
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