Sin exigencias pero con ánimo.

Según vaya cumpliendo años y me ponga muy viejita me gustaría volverme cada vez más y más compasiva con el sufrimiento de los humanos y seres vivos.
Tener fácilmente a mano o en un bolsillo sin esconder, la posibilidad de amar para sacarla cuando se requiera, sea la década que sea.
Llevar comida o cocinarla cuando visite a mis amigas; cocinar exquisiteces es salud y compartir amplifica la experiencia.
Ofrecer carcajadas, sonrisas y un «ya pasará» frente a casi todo.
Mirar y atender con presencia a las personas, especialmente las queridas cuando hablen, como si lo que fueran a decir en ese momento tuviera la capacidad exacta de salvar el mundo.
Y sobre todo me gustaría ser cada vez más profundamente feminista y seguir alimentando la confianza en lo humano.
Una esperanza resistente como antorcha para el final del camino y no el colmillo retorcido.
Esa esperanza que, en algunas épocas, nos cuesta tanto.
También me gustaría ser una viejita que no se hiciera fotos con la mano en la cara, con pose de escritora interesante, y mostrarme con más libertad de presencia, pero a ese nivel de consciencia aún no he llegado.
Buen día, otro día y envío un abrazo especial a todxs los que no pueden usar el sustantivo vacaciones.
María Sabroso.
Sobre María Sabroso 120 artículos
Sexologa, psicoterapeuta Terapeuta en Esapacio Karezza. Escritora

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