Me ha gustado mucho el spot de Ada Colau en el que la activista por el derecho a la vivienda que ella fue le pregunta a la alcaldesa de hoy si mereció la pena. Me ha gustado porque, aunque no lo parezca, esa es, para mí, la gran pregunta. Y abarca el plano personal y el político. Esa es la pregunta que yo me hago cada día. Nunca pensé entrar en política institucional (como la mayoría de nosotras) fue una carambola rara, me he adecuado mal y nunca he dejado de hacerme dos preguntas: ¿para qué sirvo? pero, sobre todo, la importante: ¿en qué he cambiado?. Porque se cambia, vaya si se cambia. El cambio consiste, sobre todo en encontrar una y mil maneras de autojustificarte cuando te encuentras defendiendo cosas que poco antes te parecían indefendibles. Cómo gestionas eso, lo que estás dispuesto a asumir y lo que no…eso es la política.
Ayer hablaba con una amiga y le preguntaba qué sentirían los y las concejalas que se reunían en el Patio Maravillas y gritaban «el patio no se toca» ahora, cuando Manuela habla de desalojar La Ingobernable. ¿Un pellizquito en el corazón? ¿nada? ¿Son absolutamente otras personas? O cuando gritaban contra la especulación y ahora se disponen a aprobar, no sé si felices o con cargo de conciencia, el mayor pelotazo especulativo conocido en Madrid desde hace mucho. Es complicado entender el proceso por el que los y las concejalas que entraron en el Ayuntamiento y que lucharon a brazo partido para que Ahora Madrid pudiera llegar a existir, tardaron apenas unos meses en no ser ni de Podemos ni de Ahora Madrid. Incluyendo a la alcaldesa, una señora jubilada a la que fuimos a buscar a su casa para hacerla regidora y que, una vez elegida, dijo «yo soy yo, y no me debo a nadie” o algo así.
El caso es que mi amiga respondió a mi pregunta con una frase muy de Hanna Arendt: «Han dejado de pensar».https://www.lapajareramagazine.com/hannah-arent Y el otro día, en un pueblo, alguien me dijo que en este partido todo el que pierde unas primarias se hace su propio partido. Y eso nos pasó también en Madrid, pero a lo grande. Yo hubiera preferido no ser diputada de nuevo, no ir en lista alguna y que fuéramos juntos. No ha podido ser y hemos tenido que volver y enfrentar cosas que hubiéramos prefiero no tener que enfrentar. Yo, en este partido, he estado siempre en una esquina; he defendido posiciones que han perdido, así que algo sé de perder internamente, pero no sería justo que me quejara. Este partido me ha dado mucho. Me ha hecho Consejera Autonómica, Consejera Estatal y diputada de Madrid. ¿Cómo podría olvidarme de eso? Ayer un hombre que recogía sillas en el mitin del acto Europeo me dijo que él lleva poniendo y recogiendo sillas 5 años y que no olvida que ha recogido las sillas de muchos de quienes luego decidieron romperlo todo porque no tenían bastante, porque tenían otras ideas acerca de cómo ganar; olvidando lo que se les había confiado y que debería ser un tesoro para quienes lo recibimos.
«Han dejado de pensar», fue la respuesta de mi amiga, «como el PSOE en el 80; el ciclo se ha cerrado». Seguramente es así. Yo me pregunto ahora en qué he cambiado y puedo hacer una lista, y sería larga, pero aun me reconozco, porque aun reconozco a este partido. Es el único cuyo discurso público no me hace sentir vergüenza. Todos queremos ganar, es verdad; y hay que hacer concesiones para ganar, pero no tantas que ya dé lo mismo ganar que no ganar. Y estuvimos a punto de lograrlo, la hipótesis no era tan descabellada. Estuvimos a unos pocos votos de ganar la hegemonía en la izquierda y de cambiar el mapa político; lo hubiéramos conseguido de no ser por las cloacas, tan mal no lo hicimos. Es verdad, ese ciclo se ha cerrado también. Pero otros se abrirán y seguirá haciendo falta alguien que asuma los intereses de los desposeídos, porque la política es tomar partido, no conciliar intereses irreconciliables (cosa que es imposible y que no deja de ser otra estrategia de marketing más). Es posible que las personas que se fueron de Podemos para no tener que asumir las tensiones internas o el hecho de estar en minoría, sean capaces de sacar muchos votos; eso no es lo más difícil. Todos conocemos cómo hacerlo, en realidad. Dominar el arte de ganar elecciones es lo que hizo el PSOE en los 80, ganar elecciones sin pensar ya en para qué ni por qué.
Pasado mañana pactaremos y trabajaremos con ellos, claro que sí, no son el enemigo. Pero siempre sostendré que se pueden ganar elecciones con la verdad por delante y sin traicionar a quienes te llevaron hasta dónde estás. Cuesta más, pero es la única manera de ganar y de que merezca la pena haber ganado. Lo otro ya lo conocemos, es lo de siempre. Por eso me parece tan bonito el spot de Ada Colau, porque creo, sí, que básicamente Colau aun puede mirarse al espejo y reconocerse. Y puede ganar las elecciones, por cierto. No es verdad que las elecciones nunca se puedan ganar con un discurso que diga la verdad. Será mucho más difícil, pero es, en realidad, la única manera de ganar y que este ganar tenga algún sentido.
Estoy muy orgullosa de haber hecho esta campaña acompañando a Isa Serra, una joven feminista muy valiente, que dio un paso adelante cuando era muy complicado darlo, y que ha hecho una campaña en la que ha dicho verdades como puños, en la que ha sido la única que ha dicho las cosas claras respecto a lo fundamental. Se paga un precio, pero creo que es un precio inevitable si queremos que la política que se haga sea de la que cambia la vida de la gente, de la que importa. Lo otro ya lo conocemos.
Beatriz Gimeno
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