La dulce música
Fuente,desgrana tu pena
en esta tarde azulada.
Rima tu copla encantada
en esta tarde serena.
Bella amiga, mi hada buena,
di tu mágica balada.
¡Canta tu dulce tonada
que es toda gracia llena!
Y la fuente me escuchó:
y su romance cantó en el suave atardecer.
Y cada gota caía
como divina harmonía
en el fondo de mi ser.
Nació Elisabeth Mulder en 1904 dentro de una familia acomodada de la alta burguesía catalana. Su padre Enrique Mulder, empresario de éxito era un gran amante del arte, hijo de española y holandés tenía el título de Marqués de Tedema, que Elisabeth Mulder no usó jamás. La madre, Zoraida Pierluisi Grau, puertorriqueña de origen italiano y catalán y descendiente de Palestrina. Elisabeth pasó su infancia entre Puerto Rico, y Barcelona. No fue una infancia común ya que asistió poco tiempo al colegio siendo su educación completada por preceptores privados. Pronto, siendo apenas una niña, leyó a los clásicos que pudo encontrar en la biblioteca de su casa. Aprendió a la perfección inglés, francés, italiano y ruso, todo lo cual la serviría más tarde en su tarea como traductora. También estudió piano en el Conservatorio de Barcelona que dirigía Granados.
Con apenas diecisiete años, por imposición familiar, se casa con un empresario adinerado, 34 años mayor que ella, Ezquiel Daumer, con el que tiene un hijo y del que enviuda sin tener aún los treinta años. Durante el tiempo en que estuvo casada firma con pseudónimo su obra, en la que expresa una sutil crítica social y sus ensoñaciones personales, por lo que se piensa que su marido algo tuvo que ver con el ocultamiento de su personalidad. En cuanto enviudó comenzó a firmar con su nombre.
En 1927 publica su primer libro de poemas “Embrujamiento” que tuvo mucho éxito, incluso se pensó que su nombre era seudónimo de un poeta masculino, dado que se suponía que el talento de mujer era de menor cuantía y por lo explícito de su obra. Su poesía es intensa, pasional, casi impúdica. En otro poemario que editó “Sinfonía en rojo” tuvo que retirar el poema “El Pulpo”, por mandato de su marido, escandalizado por el simbolismo con el que expone claramente el asco profundo que le producían los hombres:
Una noche soñé que un pulpo me quería.
¡Oh la indecible angustia de aquella aberración!
Nunca he sufrido tanto; cuando amaneció el día
dijérase que había perdido la razón.
¿Alguien ha visto un pulpo acercársele quedo,
asqueroso y lascivo, monstruoso y feroz?
Por vez primera supe qué es ser presa del miedo,
qué es hundirse en la sima de una demencia atroz.
Él caminaba siempre, y yo huía, yo huía;
sus tentáculos eran como una maldición
caída del infierno sobre la carne mía
que crispaba el espanto de la alucinación.
¡Qué terror! Se me helaban los gritos en la boca.
¡Qué terror! No acertaba ni auxilio a demandar.
Y él avanzaba siempre, y yo, como una loca,
ni siquiera sabía hacia dónde escapar.
Un tentáculo horrible sobre mí iba a caer
como una helada mano blancuzca y amarilla,
cuando al fin dando un grito que sacudió mi ser
desperté sollozando de aquella pesadilla
que me hizo conocer el infierno del pánico,
el dolor de lo innoble, el terror de lo infecto
encarnado en lo inmundo de aquel pulpo satánico,
tenebroso y maldito, misterioso y abyecto.
Si en mis ojos a veces un terror pavoroso
refleja la impotencia de un grito silencioso,
si parece que miro una horrenda visión,
si a veces en mis labios hay un temblor de agonía,
es desde que soñé que un pulpo me quería.
¿Cómo olvidar la angustia de aquella aberración?
Elisabeth Mulder. Sinfonía en rojo, 1929
Quizá fue una suerte para ella enviudar cuando no había cumplido los treinta años, desde entonces mantuvo un vida abiertamente literaria pero discreta en el ámbito personal. Siempre fue una mujer hermética y cerrada cosa que le acarreó no entrar en los círculos literarios ni pertenecer a grupo alguno por lo que su obra cayó en el olvido pasados los primeros éxitos editoriales.
En 1935 publica la novela “La historia de Java” que tuvo gran éxito y muestra, según su biógrafo y estudioso, Juan Manuel de Prada, un gran talento novelístico que considera mayor que el poético. Concha Espina la considera la mejor novelista de su época y la mantuvo siempre entre sus preferidas, por delante de Matute o de Laforet, quizá por ser su contemporánea y por no tener las connotaciones sociales de estas novelistas. Mulder pertenecía a la Tercera España, la que excluía tanto el izquierdismo como el franquismo, quedándose en un centrismo no implicado políticamente. Como Elena Fortún https://www.lapajareramagazine.com/elena-fortun, la misma Concha Espinahttps://www.lapajareramagazine.com/concha-espina y Ana María Segi https://www.lapajareramagazine.com/?p=11632&preview=trueentre otras, con esta última, Mulder, mantuvo una discreta relación de poco tiempo.
Según de Prada, es injusto la consideración de novelista blanca, es decir no implicada en la sociedad de su época, ya que expresa en sus obras un fino sarcasmo y un análisis exacto de la psique de sus protagonistas que eran mujeres viajadas, hablaban idiomas con un margen de libertad, que ciertamente, la mayoría carecía.
Cuando Manuel Azaña salía para el exilio se mandó traer de su casa la novela “La historia de Java” ya que admiraba profundamente a Mulder como novelista. Tal como decíamos en el caso de Fortún, en el partido de Azaña tenía acomodo sociopolítico este grupo de mujeres.
Fue además articulista en ABC y La Vanguardia. Conocía a la perfección la literatura inglesa o francesa (Proust, Colette, Stevenson). También fue una excelente traductora de diversos autores.
Hay una anécdota que define su exquisito carácter. Invitó en una ocasión a cenar a su casa a Camilo José Cela . Conocido es el lenguaje que utilizaba el escritor, nada más comenzar el evento Cela disparó sus turbios exabruptos. Elisabeth Mulder, llamó a su criada pidiéndoles educadamente que acompañara a la puerta al señor Cela porque le expulsaba de su casa ya que le resultaba insoportable escucharle. Apenas habían acabado el primer plato.
Dejó de publicar treinta años antes de morir. Quizá agotó su ingenio, también es posible que tuviera que ver el desencanto que le produjo el ambiente literario español. Presentó una obra al Premio Ciudad de Barcelona, fue acusada de favoritismo ya que conocía a varios integrantes del jurado. Mulder, indignada por los comentarios, retiró su novela y jamás volvió a publicar. Dedicó a partir de entonces su tiempo a la traducción.
Como ya hiciera con Ana María Segi, Juan Manuel de Prada, ha investigado y publicando sus obras más importantes. Considera que es mucho mejor novelista que poeta (cosa que comparto totalmente) y que merece una revisión ya que está sumida en un total olvido. Antes de morir publica un libro infantil delicioso que ha editado Siruela en los últimos tiempos: “Las noches del gato verde”
Vivió con total discreción su homosexualidad, solo se le conoce la relación que mantuvo con Ana María Segi y la compañía de una mujer judía berlinesa, Dolly Latz hasta su muerte.
Murió totalmente olvidada en 1953.
María Toca
«El Pulpo» me ha parecido un poema estremecedor. No la conocía. Gracias.
Sí, pone la piel de gallina leerla. Imagina su vida con él…Y es una gran novelista.