HACE YA CASI CIEN AÑOS

1930, aquel decisivo año para la historia del país por tantos motivos, que supuso el colofón de la primera Dictadura y el prólogo de la Segunda República, y vivió el Pacto de San Sebastián y los pronunciamientos de Jaca y Cuatro Vientos, había comenzado manteniendo de plena moda una copla que, por lo que había pegado durante el año anterior, se suponía seguiría haciendo furor mientras durasen las hojas de los nuevos calendarios. Todos la canturreaban a cualquier hora. Se trataba del pegadizo chotis “La Lola”, de la revista musical “Las cariñosas”, obra del maestro Francisco Alonso, que la argentina Celia Gámez había incluido también en su repertorio. Su estribillo no tenía desperdicio en los muestrarios de los dobles sentidos que tanto gustaban en la época: “La Lola, / dicen que no duerme sola, / porque han visto a un mozalbete / que la ronda por las noches / y no ven dónde se mete, mete, mete, mete, mete… / La Lola, / en las batas gasta cola / y camisa de farola / de las de tira bordá; / la camisa de la Lola / quien no la conocerá...”
Dicha singular vedette – de la que se dijo que mantuvo alguna relación amorosa con don Alfonso de Borbón, al poco de ser presentada en Madrid, allá por el año 25, y hasta que le regaló ya entonces una magnífica y famosa perla con una gargantilla de brillantes –, dominaba tan bien el acento, gestos y actitudes de las castizas madrileñas que, a pesar de haber nacido en Buenos Aires y ser hija de emigrantes malagueños, podría pasar perfectamente por una chamberilera más. El pueblo madrileño, como si le quisiera agradecer a su manera tal capacidad de adaptación, no tardó en pagárselo con su creciente popularidad, y hasta asignándole con declarada admiración el apelativo de “Nuestra Señora de los Buenos Muslos”, todo un piropo en el mundillo revisteril. ¡Por algo sería…! Disponía ya de compañía propia, habiendo conseguido llevar a las tablas, con más o menos acierto, toda una serie de espectáculos arrevistados del mayor gusto del público. Había estrenado hacía poco “El antojo”, del maestro Luna, y “¡Por si las moscas!”, ésta también del maestro Alonso, y que puso tan de moda el chotis de la Manuela, su gran creación.
Pero circulaban también otras noticias de interés, como la de que el famoso torero madrileño Antonio Márquez había conocido a la canzonetista valenciana Concha Piquer, con quien había iniciado una relación amorosa al poco de haber tomado parte ambos en un baile de máscaras celebrado en el teatro de la Zarzuela. Poco les importaba a ambos que todo el mundo supiera que el diestro estaba casado con una cubana, hija de una acaudalada familia oriunda de Bilbao que había hecho su fortuna con la fabricación del ron, y con quien tenía un hijo en aquella isla.
En los locales de la Gimnástica Española – Barbieri, 22 – solían celebrarse torneos de lucha libre americana, moderno espectáculo que cada vez atraía a un mayor número de madrileños. Poco después de regresar del destierro soriano a que le había condenado el Dictador, había fallecido unos meses atrás el socialista y poeta madrileño Enrique de Mesa, enamorado hasta los huesos de La Fornarina, por quien había estado a punto de suicidarse.
Mientras había quien lloraba aún su desaparición, la agraciada Ramona Rovira triunfaba con un tango sensual y muy insinuante: “…Dame, el humo de tu boca, / anda, que así me vuelves loca, / corre, que quiero enloquecer, / de placer, / sintiendo ese calor / del humo embriagador / que acaba por prender / la llama ardiente de tu amor”. Evidentemente, el humo no provenía de un cigarrillo de tabaco…
EUSEBIO LUCÍA OLMOS
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EUSEBIO LUCÍA OLMOS es graduado social y diplomado en Relaciones Laborales, profesión a la que ha dedicado toda su vida, tanto en entidades públicas como en empresas privadas. Su aproximación académica a las ciencias sociales y humanidades le acercó al estudio del movimiento obrero en nuestro país, así como a la importante contribución de éste a la historia nacional. Esta dedicación ha tenido también su correspondiente proyección literaria, con intención de acercar al gran público hasta una serie de importantes e interesantes hechos históricos. Hasta el momento ha publicado múltiples relatos y artículos en diversos medios, el capítulo sexto de la Historia del Socialismo Español (1989-2000), que inició el profesor Tuñón de Lara, y una novela larga (“Cosas veredes”, Endymión, 2009), sobre la huelga general revolucionaria de 1917.

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