Hay un enorme hueco
distante y oscurecido
que se pierde en el tiempo
en que marchó al destino
mi alma, casi mi carne,
aquel día aciago, cuando el invierno
nos teñía de frío.
Se me fue la memoria
o la echaron, a empujones de rabia;
me quedé sin recuerdos,
como casa vacía, con el hogar extinto.
Las cortinas bajadas
y el silencio impío
de las casas calladas.
Así, se me quedó la mente
en ese invierno frío
cuando tú te marchaste.
Mientras, se me iban los tiempos
y los ojos se velaron de miedo;
en el pecho un hueco
profundo y mesurado,
se me cubrió de escarcha
con un dolor helado.
.
Ese hueco vacío
ese rincón oscuro
¿duró solo ese invierno,
o fue mucho más tiempo?
No sabría decirte, porque no lo recuerdo.
Fueron días y noches
envuelta entre las sombras
que me envolvían toda,
y yo, como un juguete
caminaba, comía
sin tino y sin memoria.
El pensamiento, entonces, se apiadó
de mi aciaga existencia,
borrando aquel tormento,
dejándome hasta inerme
sin mención y sin voces,
pero no sin recuerdos.
María Toca
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