La Península de las casas vacías. David Uclés.

 

Que caigan dos novelas sublimes en poco espacio de tiempo,  siendo actuales, es casi milagro. Les confieso que me retraigo muy mucho de lecturas recién editadas harta de decepciones que dejan mal sabor de boca y con el resabio de tomadura de pelo. La de Alana S. Portero, La mala costumbre, la comenté tiempo atrás y sigo recordándola como algo muy especial,https://www.lapajareramagazine.com/la-mala-costumbre-y-el-llorar-bonito llegando ahora con esta monumental novela de más de setecientas páginas de buena literatura, de historias inabarcables,  que ha resultado un duro placer. Duro por lo trágico de la historia. Placer porque es literatura insobornable.

El fondo de la novela es la guerra civil, ningún problema a las que como yo,  nos apasiona la historia reciente de nuestro país;  quizá asuste a quien elude o le parece reiterado el tema, cosa que no comparto en absoluto. La guerra civil española tiene tanto que contarse que me parece extraño (es muy posible que sea por motivos emocionales) que no se escriba mucho más con ese trasfondo. Nuestra guerra tuvo un marchamo romántico ineludible, a la vez que sangriento, sádico en muchos casos, trágico siempre, sobre todo el desenlace, ya que pudiera pasar por una grandiosa tragedia griega de principio a fin. Por eso no entiendo la desconfianza que existe sobre el tema que suele solaparse con “otra novela sobre la guerra civil” con cierto tono de desprecio. Sí, y muchas harían falta.

La península de las casas vacías no es solo una novela sobre la guerra. Narra la vida que ocupaba una península agrietada por dos o más bandos enfrentados, que a duras penas se grapa la frontera por donde huyen los desarrapados perdedores que pudieron hacerlo. Una península que hacia el final de la contienda no puede más y surge un enorme volcán que no escupe lava sino sangre de sus hijos. Una sangre que no sale de las heridas ardientes de los janduleses que la pueblan, porque en vez de sangre tiran arena. Una gente que si toca una chuza se convierte en figura de hielo y si no les descongelan a tiempo, queda un charquito de agua como reminiscencia de una vida truncada.

-Ya me dirás si te gusta el final- me dijo David Uclés poco antes de que la terminara.

Y el final, que no voy a desvelar, no teman, me gustó como me gustaría sacarme la muela que duele y crea flemón. El final, tanto como el transcurso de la novela es pura belleza que embruja y ennoblece el arte literario. No es imprevisto, aunque ahora que lo pienso, quizá lo sea. Toda la novela es prevista y no lo es porque David Uclés, un jandeliano jienense, espíritu de luz que espero que esta bacanal en que le ha sumido esta magna novela, no le cambie jamás y mantenga la dulzura y el amor bonito como el que cuenta entre esos dos seres hermosos que viven una historia de amor que nos deja deshilachadas de pura ternura. Hablo de José y Jacobo que atraviesan la guerra arropándose, cuidándose y amándose tanto que casi dan ganas de vivir una contienda si se pudiera amar de la misma forma.

Han dicho que La península es realismo mágico. A mí no me lo parece. En el país que engendró a José Luis Cuerda, a Camilo José Cela, a Valle Inclán, a Azcona y hasta a Gila, esto de Uclés no es realismo mágico, es iberismo puro. O iberismo mágico si me aprietan. Porque Uclés hereda la ironía, la fantasmagórica forma de entender la historia y la realidad de tantos autores que le han precedido.

Dicen que es la novela de la década, o del siglo…Con permiso de Corazón Helado de Almudena, claro. Da igual, porque La península de las casas vacías es una novela de esas que salen muy de vez en cuando y a una lectora exigente le reconcilian con la literatura actual. Cuenta Uclés que han sido quince años de trabajo, que tocó en las calles de París para poder comer mientras desgranaba esta historia total, que fue un trabajo intenso al que dedicó vida y tiempo. Está bien empleado, se lo aseguro.

Me queda sentir una terrible envidia, que confieso avergonzada, porque David Uclés tiene solo  treinta y cuatro años, es un tío amoroso, humilde, inteligente y conocerle es amarle, se lo aseguro. Y la envidia viene porque me pregunto cómo es posible a esa edad hacer una obra tan magna. Uclés, hijo mío, has hecho un puto milagro.

Lean esta novela y sigamos la pista de este autor porque está tocado por el dedo divino del genio literario.

María Toca Cañedo©

Sobre Maria Toca 1700 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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