Hoy, en tiempos donde se acusa de cancelaciones, donde voceros hablan de censuras propiciadas desde un poder imaginario, hemos querido hacer un recuento de otras censuras. Las de verdad, las que se comían la libertad de expresión sin dejar ni un resquicio para contar la realidad cotidiana vivida por los habitantes de este sufrido país. Con ello queremos hacer canto y loa a esa libertad básica y maltratada. La libertad de expresión, claro que a veces tenemos dudas de hasta dónde y cómo puede ser de laxa. Este magazine y la que suscribe, es más de hacer preguntas que de dar respuestas pero lo intentaremos…La libertad de expresión debe gestionarse mejor cuando se la esgrime como ataque falaz o cruel hacia personas desprotegidas o precarizadas. Cuando es insulto, no información, cuando es burla en vez de humor …Cierto que los/as humoristas a menudo se quejan esgrimiendo que la sociedad tiene ahora una piel muy fina ¿Es positivo hacer broma de un defecto físico? No hace mucho un conspicuo ex ministro socialista se quejaba de que ya no se podía hacer risas con los enanos o los tartamudos. Habría que preguntarles a ellos cuanto se divertían con la befa, habría que escuchar qué tipo de risa produce quien utiliza la burla y el escarnio para hacer reír. No seré yo quien marque la línea donde parar el texto, pero sí que deberíamos llegar a un consenso en ciertos temas.
Por lo demás…¿es licito dar voz a la ultraderecha, a teorías supremacistas, racistas, homófobas, antifeministas? Y más ¿es útil? o simplemente se trata de ejercer un sacrosanto derecho sin cortapisa ni línea roja…Miren, a fuer de sincera, no lo sé. Lo que sí puedo decirles es que también, como en el humor, sería bueno consensuar un código ético para estas cuestiones y luego cada cual ponga sus reglas en una labor de autocontrol. Como ejemplo les diré que en este magazine jamás tendrán cabida artículos racistas, homófobos, xenófobos, antifeministas. Jamás. Si me preguntan si publicaríamos una entrevista a un ser que profesara esas basuras ideológicas, les diría que es posible que sí. En una entrevista es factible la repregunta, la utilización del propio argumento para desmontar las teorías del entrevistado. Por tanto, si tuviera ocasión de entrevistar a un nazi, es posible (espero no estar en ese brete) que lo hiciera…O que el retortijón de tripa no me lo impidiera. Ya les dije, que somos expertas en preguntas, no en respuestas seguras.
Aquí les dejo un repaso por la historia reciente que hemos realizado sobre la censura. Una lacra que es utilizada, sin excepción, por cualquier dictador, siendo manual de resistencia del tirano y arma que bien utilizada permite la pervivencia de regímenes genocidas. Sírvanse y tomen antiácido porque no les auguro felicidad.
La religión ha sido causa y origen de una gran parte de la censura. Los abismos religiosos (cualquiera de ellos) se basan en cuentos imaginarios trasmitidos de forma inexorable de generación en generación. En sí misma, la religión no admite discusión porque su base no es real, ni demostrable. No podemos demostrar la existencia de Dios, tampoco su no existencia por lo que las disputas sobre el tema nos conducen de forma inexorable a un callejón sin salida. Creen que una mujer concibe de una paloma y al cabo de pocos días pare al hijo de Dios, es una historia mágica y hermosa, pero poco demostrable y discutible. Por eso, la religión se blinda con la censura. Se erigen prebostes que dirigen el pensamiento y la teoría, generalmente con una función de control, exprimen unos cuantos conceptos que son impuestos a la plebe que debe admitirlos sin discusión ni comprensión ninguna. Para eso está la fe. Y chimpún.
Por tanto, las religiones suelen imponer censura cuando el poder se lo permite, o cuando se imbrican con el poder de forma que permanecen indisolubles del mismo. El nacionalcatolicismo español es buena prueba de ello. Trasciende y desciende de la Inquisición en donde se atizaban fuegos con carne de humanos (muchas humanas también) un tantico rebeldes y redichos. Hoguera para infiel, para el/la que duda, para el/la que piensa, para quien se sale un poco del tiesto. En esa intransigencia asesina se fundamentó el imperio español y fue trasmigrado a las Américas que todavía no han soltado todo el lastre que la Madre Patria les salpicó.
No creamos que solo en nuestras fronteras se han producido casos de censuras infames. Les dije al principio que todo tirano usa y abusa de la censura. Y es el distingo más claro que los diferencia. Por norma me impongo considerar dictadura a todo aquel sistema que impide la publicación de libros, prensa o criterios. No falla. Inténtenlo, verán como aciertan.
En EEUU, durante la primera parte del siglo XX se desarrolló una industria cinematográfica de gran calidad. Los años veinte reflejaban en el celuloide una libertad de costumbres que debió asustar a las buenas gentes yanquis. El tres de septiembre de 1923, un actor de fama mundial, Fatty Arbukle, que había llegado a cobrar un millón de dólares por película, cifra de la época totalmente inverosímil, en un descanso de la cinta en la que trabajaba, se desplazó a un hotel con unos amigos con el fin de festejar sin freno. Una joven actriz se emborrachó, poniéndose enferma, en su traslado al hospital se le detecta una peritonitis pero la fama de los integrantes de la fiesta dio idea al gran sátiro de los fake news, Willian Randolf Hearts, para implicar a Arbukle en una violación a la joven, ampliando la noticia a que le había roto la vejiga penetrándola con una botella. Otra participante de la fiesta, quizá como forma de salvarse de la quema, denunció a Fatty y el juicio, la prensa de Hearts y similares, aprovecharon para construir una historia escabrosa que mató a Fatty escandalizando a la buena sociedad yanqui.
Prestos, los salvadores de la moral, pasaron raudos a regular las buenas costumbres. El congresista republicano Willian H. Hays, creo y presidió la Asociación de Productores y Distribuidores de Cine de América (MPPA) La idea de los estudios era autorregularse. Corría el año 1922 cuando se creó el Código, andando el tiempo, justo en 1929, el editor católico Martin Quingley y el jesuita Daniel A.Jord elaboraron un código de normas más estrictas, que añadieron al creado por Hays pasando a denominarse The Production Code, luego ya sería conocido por el The Hays Code. Formándose para la posteridad una línea divisoria en la industria cinematográfica, la Pre Code (anterior al Código) y post Code.
Varios de los films Pre-Code sufrieron la carga de la censura después de la imposición del Codigo Hays, en 1934. Un ejemplo es la película ‘Adiós a las armas‘ (‘A Farewell to Arms’, Frank Borzage, 1932), protagonizada por Gary Cooper y Helen Hayes, que fue recortada a posteriori, de manera que sólo se conserva su versión censurada. Otros profesionales afectados por el código fueron los hermanos Marx –conocida es la audacia de sus diálogos– o algunas actrices, como Jean Harlow o Joan Blondell, ésta última, vetada en numerosas ocasiones
Los puntos del Codigo Hays caían en un ridículo abisal. Se medía el largo de las faldas de las actrices, el escote debía ser de ciertas características, los besos no podían durar más de tres segundos (dando lugar a trampas geniales como la realizada por Hitchcock en ‘Encadenados‘ (‘Notorious’, Alfred Hitchcock, 1946) donde Cary Grant e Ingrid Bergman, se dan el beso más largo de la historia del cine solo que entrecortado cada tres segundos que era lo que autorizaba el Condigo Hays)
https://www.youtube.com/watch?v=Ws5eapdvxq0&t=262s
Se caía en el ridículo más elocuente imponiendo cosas como que las transparencias o las telas que destacaran en exceso sus formas no estaban permitidas o que el ombligo no debía mostrarse bajo ningún concepto. Los hombres también eran motivo de censura; se consideraba lascivo mostrar el vello en el torso y de las axilas por lo que no era aconsejable exponerlo. Estas observaciones tienen que ver con el carácter más inflexible de los censores, que siendo exagerados, dejaron una larga estela de puritanismo que todavía hoy en día conserva el cine estadounidense. Resmas de un pasado glorioso en censuras y puritanismo que el Tea Party y sus consecuencias políticas presentes, han demostrado estar bien vivas.
Ahora vamos a hablar de la censura en territorio patrio. España, como heredera de su pasado inquisitorial, ha demostrado talento sobrado en eso de doblegar la mente, condicionar el pensamiento y borrar del mapa toda idea que no casara con la dominante. Y para ello, la época franquista fue gloriosa.
Vamos con ello.
Desde sus comienzos, el ideario de los golpistas llegados de África, ya lucían maneras censoras. Les dejo el testimonio del diario Arriba España el cual publicó el 1 de agosto de 1936: «¡Camarada! Tienes la obligación de perseguir al judaísmo, a la masonería, al marxismo y al separatismo. Destruye y quema sus periódicos, sus libros, sus revistas, sus propagandas»
Fíjense en la fecha porque se darán cuenta que desde el inicio de la contienda, no disimularon . Como ejemplo y aprendizaje tenían a sus amigos y asesores, los nazis alemanes, que fueron especialistas en quemar libros, y arte que llamaban degenerado (en general a los nazis eso de quemar y soltar humaredas le ponía mucho, pero esa es otra historia)
En cualquiera de las ciudades y pueblos conquistados por las tropas fascistas, de inmediato se prestaban los bravos muchachos de Falange Española a recoger en kioscos y librerías centenares de ejemplares de la considerada escoria literaria, que fueron quemados, como merecían. Asimismo, los valientes y abnegados Requetés realizaron análoga labor, recogiendo gran número de ejemplares “de las malditas e insanas lecturas”, según referenciaba la prensa de la época. Bien sabido es que desde las ventanas del Ateneo santanderino las primeras obras que saltaron impelidas por los bravos falangistas fueron los Episodios Nacionales, así como la pira en la que ardió la biblioteca de Matilde de la Torre en Cabezón de la Sal, se recuerda por los viejos del lugar. Otro ejemplo del amor al fuego literario lo darían los bravos triunfadores de la guerra, que solo tres semanas de su entrada en Madrid y del fin de la contienda, en plena fiesta del Día del Libro, en el patio del rectorado de la Complutense, organizaron una orgiástica quema de libros, al mejor ejemplo de las propiciadas por sus primos nazis en Alemania. Así dio cuenta el diario Ya de la noticia del aquelarre libresco, que lo tituló como : «Auto de fe en la U. Central.29 Los enemigos de España fueron condenados al fuego». El catedrático de Derecho Antonio Luna lo justifica así:
“Para edificar a España una, grande y libre, condenados al fuego los libros separatistas, los liberales, los marxistas, los de la leyenda negra, los anticatólicos, los del romanticismo enfermizo, los pesimistas, los pornográficos, los de un modernismo extravagante, los cursis, los cobardes, los seudocientíficos, los textos malos y los periódicos chabacanos”.
Como ven había afición en la época, de incinerar libros…que luego extendieron a algo más sangriento como fusilar y pasear al amanecer a quienes los leían. Yo creo que una cosa va siempre unida a la otra. Quien quema libros, al poco, asesina personas. Ténganlo en cuenta por si presencian alguna quema.
La primera disposición que el régimen fascista realiza imponiendo la censura data del veintitrés de diciembre de 1936, en un Decreto del Estado para la Prensa y Propaganda. El catorce de enero de 1937, se pone al frente de la Delegación de Prensa y Propaganda, al pronazi y antisemita, Vicente Gay, que está a la sombra del todopoderoso Ramón Serrano Súñer, amigo y seguidor a ultranza de las novedades que se producían en Alemania a donde viajaba con frecuencia…para formarse. El diecinueve de enero de 1937, es el mismo Franco quien inaugura Radio Nacional , para la que Alemania había asesorado y enviado equipos técnicos.
El primer jefe de prensa del fascismo español, fue Millán Astray, que había llegado desde Argentina al enterarse del golpe con el fin de ponerse a las órdenes de Franco, amigo y camarada desde los tiempos de África. En Andalucía campaba a su aire, el tristemente conocido como genocida máximo, Queipo de Llano que enviaba soflamas cegadoras desde las ondas andaluzas. A Santander le llegó la de “¡Santanderinos! ahí os enviamos un regalito” dijo el infame, anunciando el bombardeo de la navidad de 1936, donde perdieron la vida cincuenta y nueve personas que paseaban por las calles, un domingo soleado.
A continuación, el veintidós de abril de 1938, los amigos de Goebbels, sacaron, bien asesorados por el propagandista nazi, una Ley de Prensa que coartaría hasta la asfixia cualquier disensión con el poder. Con la unificación de Falange con las JONS y los tradicionalistas, fue el sacerdote nazi, Fermín Yzurdiaga quien dirigió la nave censora. Otra vez los nazis intervienen aconsejando la fusión de Delegación de Prensa y Propaganda bajo mando del ministerio de Gobernación que comandaba el poderoso Ramón Serrano Suñer, con Dionisio Ridruejo a los mandos del Servicio Nacional de Propaganda, dejando la sección de Ediciones y Publicaciones al ínclito Pedro Laín Entralgo (que cosas tiene la historia, se descubren pasados lúgubres de los que luego fueron prebostes culturales trasformados en democratines de toda la vida) Este departamento se ocupaba exclusivamente de censurar los libros.
Dionisio Ridruejo, se acompañaba en sus tareas censoras y de propaganda por José Antonio Giménez Arnau, que toman buena nota de todo lo aprendido en sus visitas frecuentes a Alemania y en los lazos estrechos que los unen a Goebbels.
Para dar la importancia debida a las formas semánticas, vemos que a Luis Antonio Bolín se le encomienda la labor de controlar a los corresponsales presionándoles con firmeza para que no utilizaran términos como «rebeldes e insurgentes» para referirse a las «fuerzas nacionales», y la de «leales» o «republicanos» para referirse al bando republicano (el único término admitido era el de «rojos») y para que no llamaran «guerra civil» al conflicto porque «no son dos partidos en guerra. Es la nación española batiéndose contra los enemigos de la Patria» (Goebbels dio instrucciones similares a la prensa alemana). Otro de sus cometidos fue evitar cualquier mención a la intervención militar extranjera en favor del bando sublevado, magnificando por el contrario la del «comunismo internacional» favorable a la República. Otra consigna, fue exagerar el caos y la violencia que se vivía en la «zona roja*» lo que servía de «argumento» para apuntalar la «política de no intervención» que tanto favorecía al bando sublevado. Se llegó a crear una oficina exterior de Propaganda y Prensa, con sede en París, es decir que el control de las “formas” de escribir y dar las noticias fue tajante.
María Toca Cañedo©
Continuará…
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