Que no, que no todos somos iguales.
Están los que llaman al boxeo deporte
y cultura a torturar toros hasta la muerte
o cazar animales a tiro limpio por diversión.
Los que llaman aberración a la justicia social
y libertad al sálvese quien pueda.
Los que llaman piropo al acoso callejero
feminazis a las mujeres valientes
y ven un ambiente de jolgorio y regocijo en una violación múltiple.
Los que llaman información al bulo, noticia al titular manipulado
o periodismo a Vallés y Jiménez Losantos.
Los que llaman nostálgicos a los franquistas
y proetarras a quienes no tienen nada de nostálgico.
Los que creen que la bandera está para usarla contra los otros
que la transición fue un proceso de cambio
y que la monarquía nos trajo la libertad.
Los del ni machismo ni feminismo,
ni fascismo ni antifascismo.
Los que llaman literatura al plagio,
intelectual al youtuber, fútbol al Real Madrid
y música al reguetón, la caja de ritmos y el autotune.
Los que llaman emprendedor al esclavo autoexplotado
y astutos inversores a buitres que destruyen sin pudor nuestras ciudades.
Los que llaman delincuentes a niños en la miseria
y adoran a los que vienen bien vestidos a gentrificar los barrios.
Los que llaman “histeria climática” a las acciones por el clima
confunden las macrogranjas con la agricultura extensiva
y dicen que siempre hubo calor, lluvia y clases sociales.
Los que creen que viajar es para hacerse selfies
un 100 montaditos es un bar de toda la vida
y se enorgullecen de no haber leído nunca un libro.
Los que llaman hospital envidia del mundo al almacén Zendal
y llaman santo a Amancio Ortega por donar unas máquinas
mientras evade impuestos y utiliza mano de obra infantil.
Los que llaman justicia al Estado judicial,
con sus cloacas, su policía corrupta y sus medios vendidos
y escrache a acosar durante más de un año a una familia de izquierdas para que se vaya del país.
Los que ven siempre a sus muertos como divisa electoral
no guardan crítica alguna a la iglesia
que llevó bajo palio a dictadores, con su pederastia y sus bebés robados
y creen que las misiones humanitarias las debe hacer el ejército.
Los que creen que una guerra es justa
si es para quedarte con el petróleo
o que se puede perpetrar un genocidio
si es para evitarte enemigos.
Los que llaman amistad al interés, confunden amor con likes
las redes sociales con la vida social y se lanzan “te amo” en comentarios de Instagram.
Los que viven una vida que no es la suya
y tapan su vacío en la locura consumista.
Los que miran por encima del hombro
y se creen miembros del club por comprar su marca.
Los que creen que es mejor comprar en Amazon y pedir hasta el pan por Glovo
que bajar al pequeño comercio del barrio.
Los que confunden al propietario de tierras y tractores
con el jornalero que dobla la espalda hasta quebrarse
y a los uniformados con los protectores del pueblo.
Los que devalúan hasta cero el compañerismo, la cooperación y la ternura
y consagran al propietario, al pelota y al amo.
Los que llaman okupación al allanamiento de morada
o golpe de Estado a querer votar
y dejan de creer en el sistema cuando tiene poder la chusma.
Los que escuchan «el que pueda hacer, que haga» contra lo que eligió el pueblo
y no dudan en deteriorarlo todo para tumbar el gobierno y ponerse ellos
en un reino donde ser cobarde sí vale la pena.
Los que llaman comunismo a todo lo que no sea abrir las puertas de la jungla
y democracia a esta mierda en la que vivimos.
Igor del Barrio.
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