Poco podemos hacer contra los discursos del odio, mechados de tópicos tan infames como falsos. Cuando Trump, acusa a la inmigración mexicana de delincuencia, trafico de drogas, y crímenes imprecisos, o cuando Abascal y su pandilla basura, hablan de inmigrantes violadores, agresivos y criminales, no se basan en datos objetivos, porque no solo no existen, sino que son completamente opuestos. La realidad es que los inmigrantes, por pura lógica, apenas delinquen e intentan, por todos los medios posibles, integrarse en una sociedad que a veces no comprenden pero la propia necesidad les condiciona a un esfuerzo máximo.
Dan lo mismo los razonamientos y los hechos porque se trata de argumentos falaces con clara intención de sembrar odio. Los poderes fascistas conocen bien que nada une más, nada fanatiza y dirige hacia el líder la mirada gregaria, que el odio. Odio a algo o alguien concreto.
El fracasado cabo austriaco, al no tener éxito como pintor y no poder consumar con su sobrina, Geli Raubal, https://www.abc.es/historia/abci-degenerada-obsesion-sexual-hitler-sobrina-acabo-tragedia-201812110329_noticia.html siendo un tipo bastante mediocre y con pocas luces culturales, engendró -mientras pagaba una pena de cárcel- toda una teoría contra la raza judía sin más argumento que su ansia loca de poder. Lo plasmó en el Mein Kampf y cundieron los infundios condicionando a una población depauperada y derrotada en la Primera Guerra Mundial, como era la alemana. Es radicalmente más fácil culpar a un colectivo minoritario que realizar un análisis concienzudo y estudiado de los motivos y las posibles soluciones de una crisis.
Fíjense hasta donde llegaba la estupidez de las teorías raciales de los nazis que emplearon millones de francos para investigar la Teoría del Hielo Cósmico, ideada por Hans Hörbiger, que consiste en creer que la tierra se originó cuando un cometa helado chocó con el sol, hace tres mil años(así de precisos eran los chicos) creando un invierno cósmico donde los arios hibernaron durante años formándose super hombres entre los hielos polares. Las otras razas (sí, la nuestra también, por eso nos despreciaban bastante) descendemos de los grandes simios, según teoría darwiniana. Solo los pueblos nórdicos procedían de seres humanos criogenizados desde el amanecer de los tiempos residiendo entre los hielos profundos en la desaparecida Atlántida. Ahí tienen el razonamiento de “raza superior” que desencadenó el sindiós de la Shoáh y de la eliminación de las “razas inferiores” Porque no solo eran inferiores, sino que la población alemana en su conjunto, se convenció (le convencieron) que las subrazas querían eliminarlos expropiando, con su contaminación genética, el valor sobrenatural de los hijos helados de la Atlántida.
Con esos mimbres se sustentó la matanza de más de veinte millones de personas y creció en el pueblo alemán la conciencia de superioridad racial, pureza de raza -eliminando a los descendientes de los simios y/o usándolos como fuerza de trabajo- Imaginen la catadura intelectual de los próceres nazis y ahora piensen en la que liaron.
El cabo austriaco encontró en la raza judía, además de gitanos, rojos en general, gays, eslavos, magiares, polacos… el perfecto chivo expiatorio que condensó una ideología, que de puro simple nos da vergüenza analizar lo que produjo.
Siempre es el mismo axioma: el elemento exterior, generalmente minoritario y débil, es el culpable de nuestros problemas. Eliminando el problema, eliminamos las derivadas. Sencillo, por eso cala.
En tiempos de preguerra, se industrializó la teoría del enemigo racial, teniendo como prueba demostrativa diversos campos de concentración donde las cámaras de gas se encargaban de “solucionar el problema” En España, ocurrió algo similar con la población republicana al final de la guerra civil. Los males de la patria fueron causados por los elementos rojos, los demócratas, liberales, socialistas, masones y demás laya ideológica. Había que eliminarlos a todos si se quería gozar de un paraíso patrio lleno de abundancia y color. Tenemos paredones, fosas y cunetas repartidas por la geografía patria que demuestran como se aprestaron los adalides del régimen en aplicar la “solución final” como sus amigos nazis. Si dudan de mis palabras recuerden las teorías de los “ilustres” psiquiatras Vallejo Nájera, López Ibor, y Morales, https://www.lapajareramagazine.com/carrington-y-moralesque desarrollaron la del “gen rojo” que tenían(mos) las mujeres con ideales republicanos y democráticos…De ahí que había que eliminarnos y dar los bebés en prontísima adopción a familias afines para torcer la genética cauterizando el “gen rojo” a fin de convertirlos en probos súbditos del régimen.
Hoy, es posible que nadie se atreva a explayarse con teorías tan locas, quizá con el tiempo veamos similitudes de terraplanistas y negacionistas variados. Lo que pasa es que no hace falta. Para eso están los inmigrantes que llegan desesperados huyendo de guerras coloniales (qué guerra no lo es) tribales, o simplemente del hambre acuciante provocado por el expolio capitalista/colonialista de Occidente. Estos son los nuevos hijos del simio, que diría un adepto a la teoría del Hielo Cósmico. Nosotras, las pieles blancas (depende que zona, porque de Madrid hacia el sur la epidermis se oscurece con tonalidades morunas harto sospechosas) somos hijas del hielo, no como ellos que son vástagos del gran simio.
¿Qué otra justificación pueden dar para explicar la terrible xenofobia y racismo que escuchamos en variados círculos? Que son extranjeros, que no son de aquí, que vienen a robarnos el trabajo, violar a las mujeres y engendrar hijos de color. Son foráneos, pobres y casi niños. No como los Antonio López, huérfano de padre comillano, que siendo adolescente marchó a Cuba huyendo del hambre. Confrontó fortuna convirtiéndose en el “honorable” Marqués de Comillas. O como Ramón Pelayo, que salió de su terruño, Valdecilla en Medio Cudeyo, siendo adolescente y tornó rico y poderoso convirtiéndose en Marqués de Valdecilla y benefactor.
No como Celestino Álvarez González, nacido en el concejo de Boal, que con trece años marchó a Cuba acuciado por la necesidad.
No como Mateo Haya Obregón, Antonio Gutiérrez Solana, Andrés Cano Diego, Higinio Gómez, que siendo adolescentes huyeron con un hatillo hacia Cuba convirtiéndose en probos indianos que tornaron con fortuna.
O como Phyblisia Ross, Isabel Allende, Rodney Wallace, que huyeron de diversas dictaduras.
O como Eulalio Ferrer que llegó a México con su familia y sus veinte años huyendo de la represión española conformando una empresa publicitaria que es de las más prestigiosas del mundo.
No como una tal Melania Knaus, eslovena que huyó de su país en guerra pasando a ser años después, Melania Trump y primera dama de EEUU.
O como un niño que llegó con su familia a Londres en los años sesenta, huyendo de la revolución en Zanzíbar y con los años formó una buena tangana con el grupo Queen, llamándose Freddi Mercury. O como Andy García, jovencito que salió de Cuba refugiándose en EEUU. O Marlene Dietrich que huyó a tiempo de Hitler o Mila Kunis, ucraniana a la que su familia puso a salvo en EEUU en una de las variadas invasiones agresivas de la antigua URRS, o la rapera Rita Ora, albano kosovar de Prístina, que salvó la piel cuando su familia se puso a salvo de la guerra yugoslava. Como Sergey Brin, que salió huyendo del antisemitismo ruso, llegando a ser cofundador de Google, Einstein, exiliado de la Alemania nazi
Podría seguir citando horas y horas a personas que han enriquecido el acervo cultural, político y social de los países de adopción nombrando, entre otros, a los variados futbolistas que meten goles con las selecciones de los países donde emigraron de forma legal o ilegal. Recordaría a la emigración española de los años sesenta marchando hacia Europa, o la anterior hacia cualquier país de Sudamérica que ofreciera garantía de prosperidad, cuando éramos los/as españolas quienes navegábamos por estaciones con la cara humillada y oliendo a ajo.
También les aporto el dato de que, según estadística fiable, la mitad de las empresas internacionales con capital superior a mil millones de euros fueron fundadas por inmigrantes.
La gente que sube a una patera o atraviesa medio continente exponiéndose a robos, agresiones, violaciones y horrores sin límites consiguiendo llegar, lo hace con tal ímpetu, con tal furor por alcanzar sus sueños que convierten en oro su energía. He conocido varios casos, como el de la joven moldava que llegó ilegal, estuvo unos meses acogida a la Cocina Económica aprendiendo el idioma, luego pasando a trabajar de camarera para en poco más de cuatro años formar un equipo de dieciséis personas que trabajan en dos restaurantes de su propiedad, siendo españolas bastantes de las personas contratadas . O la familia que llegó de forma ilegal, pasó las mil y una vejaciones en la capital de España, trabajando en lo que nadie quería, para asentarse en Cantabria conformando una empresa de construcción que da trabajo a seis personas, de momento; dos de ellas españoles…
Podría seguir contando muchos casos conocidos. Como ustedes, queridas lectoras/es que a poco que se fijen y pregunten verán que existen muchos más. No niego que entre la inmigración llegan personas indeseables que cometen delitos ¿Entre españoles no hay delincuentes? Las cifras avalan que entre los foráneos se delinque menos. Y si de verdad tememos que se comporten indebidamente, solo hay una solución, ayudar a que su voluntad de prosperar se concrete con medidas útiles de integración (no de asimilación, cada cultura aporta valores, es importante una mirada horizontal sobre el multiculturalismo)
Si queremos erradicar el delito lo mejor es invertir en cultura, formación e integración.
Me consta que todos estos razonamientos amparados en pruebas y realidades, jamás llegarán a un fanático xenofobo/racista porque no quieren convencerse de que sus locas ideas son tan falsas como euros de madera. A menos que necesiten mano de obra esclava, o becarios para actuar en la Malinche de Nacho Cano, que entonces, usan y abusan de la inmigración ilegal como locos.
El populismo fascista se nutre de mentiras desde siempre. Les queda grande la realidad porque su propia mediocridad y el miedo a lo diferente, a conocer otras culturas, otras formas de vida, les incapacita el pensamiento consciente.
María Toca Cañedo©
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