Manos que mecen, que aligeran penas
manos que cuidan, que enjuagan lágrimas
que refrescan la enfebrecida frente,
que con agua enjuagan la liviana espesura
de una mente acaballada y dura.
Manos que labran tierra, que envejecen,
dejando el rastro de la simiente, en cada esquina.
Manos que aplauden o que hieren,
depende del lugar, de la hora,
y de lo que en la vida les tocara,
pues hay manos, para cada momento
y vidas que sin manos, no se entienden.
A veces hablan, cuando vuelan
ante los ojos, de quien escucha con ahínco,
las manos, que ayudan a la boca
a expresar como es el viento
que mece y araña la costumbre
de ser y hacer con la manos, la premura.
Manos que tienen garras y que hieren,
mancillan y agreden sin ambages,
manos, que vuelan en pos de una idea
como quien se queja de la suerte.
Manos, en fin, de madre, de amante,
de esposa o muerte, que tiemblan
cuando no tienen la suerte
de poseer el tiempo y la memoria
y se dejan sucumbir por una estrella.
#MariaToca
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