
Antes de ayer, publiqué un texto defendiendo a Juana Rivas. Un texto que simplemente manifestaba el hecho de que una mujer cuando acude a unos juzgados no va a demostrar que es buena persona, sino víctima y que, de ser tal y como se relató la historia, entendía que ella cogiera y se largara.
Yo ya sabía, a la vista de la cantidad de gente que compartió la publicación, que generaría encontronazos con los de siempre. Hombres ofendidos con la lágrima a punto de caer.
Aunque no suelo sorprenderme, porque sé lo que significa y llevo muchos años en redes. Me llegué hasta a sorprender cómo se puede organizar una oleada de misóginos para que vengan a insultarte. Simplemente a decirte que eres un puto maricón, un gilipollas o un planchabragas, pero eso me dio igual, porque me lo han llamado cientos de veces. Yo encantado, vamos. Disfruté.
Ayer superó límites, muchos límites. Desde insultar y asaltar brutalmente a mujeres que simplemente comentaban el post dando su opinión respetuosa, llamándolas feminazis y derivados. Entrar en su muro y comentarles publicaciones en abierto insultándolas. O incluso, un caso que se me remitió, de una mujer a la que le habían capturado comentarios y fotos, estaban publicadas en forocoches y los hombres se dedicaban a humillarla y a insultarla por redes. Esos mismos hombres que decían haber sido denunciados falsamente. Por cierto, la mayoría habían sido denunciados y visto lo visto, con razón. Porque como hablaran a su novia igual…
La violencia con la que atacan los hombres es brutal. No sabéis hasta que punto un simple comentario puede humillarte por su tono completamente condescendiente, chulesco, acabando las frases con un sarcasmo que mata y sin insultar. Tienen completo control sobre la violencia, es su arma preferida y la usan como nadie. La polla para otro día.
Pero, no decaigamos. Hagamos pedagogía ¿de dónde nace la masculinidad y por qué una de sus proyecciones es la violencia?
La masculinidad es una fantasía, una ilusión, un sistema de creencias formulado como toda una ideología con siglos de construcción. Esa construcción tiene, por ende, unos pilares de desarrollo. Se basa fundamentalmente en el rol de proveedor y, desde ese concepto, existen ramificaciones.
El rol de proveedor es aquel que conquistan los hombres como garante de bienes objetivamente necesarios para la vida. Aunando un concepto de familia nuclear y como mecanismo correctivo lo dominante, en este caso la iglesia católica y toda la tradición judeo cristiana, la familia se formó entorno a la provisión de bienes. Esa responsabilidad, derecho y deber recae históricamente sobre los hombres. En resumen, sin provisión de bienes, no hay familia.
Las mujeres, sin embargo, son aquellas encargadas de dotar de un equilibrio más bien afectivo. Es decir, ellas son las encargadas de proveer de bienes psicoemocionales a la familia. Entendiéndola como un pilar en la estructura, pero en la práctica como algo secundario, porque es algo más bien abstracto y a lo que no se le atribuye un valor o precio, ya que es por definición, inmaterial.
Si los hombres nos centramos exclusivamente en proveer bienes materiales, obligatoriamente eso nos hará más materialistas y olvidaremos a grandes rasgos la provisión y la transmisión de los aspectos afectivos. Lo material y ser el dueño de la provisión, te convierte en propietario y para garantizar la propiedad, hay que aplicar medidas de protección, basadas fundamentalmente en el control y la disciplina a través de las normas.
Si entendemos que carecemos de un desarrollo psicoemocional y debemos garantizar la propiedad, en un momento de crisis o frustración, acudiremos al ejercicio de la violencia por un desequilibrio generado por las carencias psicoemocionales. Que al final, no tiene otro objetivo que el de garantizar que nuestras propiedades siguen siéndolo.
Si en la relación hombre-mujer añadimos el mito del amor romántico. Aquel que entiende que el amor es sufrir, padecer, tortura, propiedad y dolor y aunamos la incapacidad de gestionar las frustraciones, el analfabetismo emocional y el ejercicio de la violencia nacido del ánimo protector y de la propiedad, junto al miedo irracional a la pérdida de esa propiedad. Tenemos un resultado, que es de sobra conocido.
Al tiempo, que las implicaciones del concepto del modelo económico no dejan indiferente. La economía no es solo un modelo de mercado, también es una ideología. Leía el otro día a una twitera que decía: “tenemos el sistema tan dentro de nosotros, que si no somos productivos nos sentimos mal”.
Aquí entra el concepto de propiedad. Qué es propiedad y qué concepto de propiedad tenemos los hombres.
La figura de protector, de control, de disciplina y demás, nos empuja a exigir el cumplimiento, desde la inmediatez, de nuestros deseos. El analfabetismo emocional nos empuja a creer que el mundo nos debe algo y que la persona que tenemos a nuestro lado, por nuestro rol de propietario, es nuestra.
Si entendemos que esa persona es nuestra, entenderemos que esa persona es una propiedad y aplicaremos las mismas directrices que con cualquier otra cosa.
Si un hombre extrapola esa ideología a todas las mujeres, ya entendéis el porqué de los insultos y cómo se construye una hegemonía.
No tienen otro objetivo que el de marcar territorio. El de exigir respuesta, corrección y disciplina. Porque eso es lo que quieren. Su máximo problema es el feminismo, que desenreda este enredo y no es de su gusto, porque sus deseos personales se materializan con exigencias, que las feministas no están dispuestas a ceder.
Se creen con la libertad de entrar en un muro, insultar, perseguir, acosar, atacar, humillar y tienen un sentimiento de impunidad enorme, al tiempo, que lo niegan.
Diría que la mayoría de los hombres que escribieron, afirmaron ser denunciados por violencia de género y todos cumplían el mismo perfil. Ellos santos, ella una loca mentirosa y no solo eso, la maltratadora era ella, por supuesto. La mayoría tampoco negaba haber maltratado, simplemente decían que ella no pudo aportar suficientes pruebas. La de tipologías de maltrato que no están penadas, son imposibles de demostrar o se entienden que no son tan graves.
Cuando afirmaban haber sido maltratados por su esposa o novia, no la llamaban maltratadora. Eso es algo llamativo, aunque parezca un detalle sin importancia. La llamaban loca, no maltratadora. Una persona loca es aquella que no es capaz de manejar mecanismos y engranajes psicoafectivos actuando, por ello, de manera irracional. Siendo así curioso, repito, que mencionen el aspecto afectivo antes que el componente de maltrato o el malestar que les pueda haber generado ese episodio de violencia, si la provisión emocional no es su demanda por naturaleza.
En definitiva, lo único que han hecho es alimentarme y constatar que estamos frente a un problema de unas dimensiones que nos debería preocupar mucho más de lo que nos preocupa.
Son tan cínicos, que si ven que no te afecta, insisten en el insulto, porque les frustra más el hecho de darte la razón que el de hundirte.
Un ejército de misóginos para mi solito. Deberían darme un premio.
Si quieres leer otros artículos, pincha en los siguientes enlaces
Pincha aquí para suscribirte a nuestro canal de Youtube
Si Juana tiene una neurosis sin diagnosticar y el apoyo «popular» (hasta institucional) la lleva a hacer locuras, no deberíais estar muy orgulloso: http://www.esdiario.com/elsemanaldigital/818941381/Juana-Rivas-neurosis-de-renta.html
En este magazine estáis un poco obsesionados con el machismo, no???? Habría que analizar caso por caso, las generalidades además de confundir a la opinión pública, en este caso marca un radicalismo que lo único que hace es convertir a todo el género masculino en ogros…. De todas formas no se para que me molesto en comentar, seguramente que por ser hombre no me lo publiquen
Sra. Toca, No se si ha oido usted, que parece ser que ha creado este blog, de las falacias ad hominem, pues eso es lo que hacen ustedes en este medio, analizar un tema desde una perspectiva totalmente personal y lo quieren convertir en una verdad absoluta. Este es tipo de quienes carecer de argumentos suficientes y que nada más se mueven por el odio, el rencor, o como reacción a experiencias personales, su obsesión y odio es al hombre, será porque en su vida no haya habido ninguno, porque sino no lo entiendo, a no ser que le hayan dado calabazas, o quizá otras experiencias negativas, pero no todos los hombres, insisto, son iguales. Feminismo, machismo, confrontación. Eso es lo que hacen ustedes en este medio, pero allá con sus rencores. No quisiera estar en su piel, creo que le mueven muchos resentimientos, venganzas e incluso hasta algo de envidia. De verdad, ya que me dice que aporte algo, le sugiero que cambien un poco la línea editorial, porque tan pronto se deja ver usted como una abuelita piadosa y otras con una progre feminista. Y no me dé las gracias mujer, soy un lector compulsivo de todo lo que cae en mis manos, aunque preferiría no haber conocido este medio. No pretendo que publique esto porque ya he dicho bastante, pero si que pensará un poco sobre lo que digo, aunque son su superioridad de mujer no se si su orgullo y vanidad podrá hacerlo. Buenas noches y mucha suerte que esta pajarera, porque pájaros en la cabeza bien que tienen. Déjelos reposar un poco y empiece a amar al sexo opuesto, seguro que se hará más tolerante.
Por cierto, psicológicamente las obsesiones no son buenas, pueden traer problemas mentales. Una cosa es la obsesión y otra la lucha contra las injusticias. Publicar sobre los mismo «erre» que «erre» parece que no tienen otro tema que tratar con la misma importancia.
No me importa que luchen contra el machismo, yo también lo hago, pero no con falacias.
Pues yo soy hombre y no me siento odiado por las feministas. No sé a «Hombre privado de sus hijos» qué le ha dao….