“No creo que haya una prosa reflexiva en el francés del siglo XX tan limpia y precisa, tan honda, tan afilada, tan poética como la de Simone Weil”.
Antonio Muñoz Molina
“No admirar nunca la fuerza, no odiar a sus enemigos y no despreciar a los desdichados”.
Simone Weil
“El capital había llegado a los límites de su reproducción, pero la Revolución Rusa había dado a luz un régimen burocrático que no tenía nada que ver con el socialismo, el nazismo se alzaba triunfal en Alemania y el ‘New Deal’ de Estados Unidos era poco más que una variante tecnocrática del capitalismo autoritario”
Simone Weil
Nace Simone Weil en una acomodada familia en París el tres de Febrero de 1909. Son judíos agnósticos de amplia cultura intelectual que desde muy pequeña le trasmiten a la joven. Su padre, era un reputado médico y el hermano mayor André Weil, un matemático famoso. Ya desde muy niña mostró gran inteligencia, un carácter sensible, empático con la desgracia ajena. A veces renunciaba a tomar dulces como penitencia ante la penuria ajena.
A los catorce años sufrió una gran crisis existencial que la hizo replantearse su vida y buscar en el misticismo religioso y en la filosofía respuestas a sus dudas y conjeturas vitales. Aunque agnóstica y judía sentía atracción por el cristianismo como religión de esclavos, de parias de la tierra. Durante toda su vida osciló entre el misticismo filosófico/religioso y un concepto materialista de la sociedad proveniente de sus estudios marxistas.
En Simone Weil todo eran contradicción provenientes de una intrincada inteligencia proclive a las preguntas más que a las respuestas. Fue campesina y burguesa, pacifista y empuñó armas participando tanto en la guerra de España como en la II Guerra Mundial, marxista y socialista pero anti estalinista, filosofa, teóloga, matematica, intelectual y obrera.
Con solo diecinueve años saca el número uno de su promoción (la otra gran pensadora del siglo XX, Simone de Beauvoir, sacó el segundo puesto en la misma convocatoria) para entrar en L’ École Normale con el fin de estudiar Filosofía y Literatura Clásicas que acaba solo tres años después pasando a convertirse en profesora adjunta de la misma escuela.
Cuenta Simone de Beauvoir en su autobiografía que durante sus estudios compartía paseos con Weil, contemplándola desde lejos con curiosidad. Sus gafas ridículas, su pelo, la ropa masculina desordenada y un proverbial despiste que le hacían chocar con las mesas, provocaba, en Beauvoir, expectación. Alguien le contó que en una charla donde el conferenciante hablaba del hambre de la población china, Simone Weil, había roto a llorar sin consuelo. Beauvoir, sintió mayor admiración por una mujer que no solo poseía una gran inteligencia sino la capacidad de emocionarse y sentir la desgracia ajena como algo propio. Un día conversaron, Weil le dijo que todo estaba supeditado a librar de hambre y necesidad al mundo, respondiendo Beauvoir, que la misión del ser humano era encontrar su destino vital. Weil, la miro con suficiencia respondiendo: “se nota que usted no ha tenido nunca hambre” Beauvoir abandonó la conversación, ofendida, por entender como ofensa las palabras de Weil, ya que sutilmente la acusaba de no haberse desprendido del todo de la carcasa burguesa.
No fue su caso, puesto que buscó introducirse de lleno en la clase trabajadora “pensar con las manos” mimetizar con la precariedad para entender la esclavitud del trabajo. En 1938 abandona la docencia y la vida cómoda que tiene para integrarse en el mundo laboral desde abajo. Pasa a convertirse en obrera de la Renault. Según sus palabras la experiencia fue definitoria «recibí para siempre la marca de la esclavitud, como la marca que los romanos imprimían con hierro candente en la frente de sus esclavos más despreciados. Desde entonces me he considerado siempre una esclava«.
Simone Weil era honesta hasta resultar insoportable y visionaria hasta producir extenuación. Ecologista mucho antes de existir el término, puso en cuestión la lógica marxista del crecimiento ilimitado de las fuerzas de producción. Aún reivindicando el legado de Marx investiga las causas de la división del trabajo y aborrece la falta de libertad y el dirigismo político que el socialismo triunfante en la URSS está imponiendo.
Dice a quien quiera escuchar que el verdadero socialismo solo ha perdurado un tiempo breve durante 1817 en LaComuna de París, y quizá también de forma breve en los primeros tiempos de la Revolución rusa, de 1917 hasta 1918. Lo demás no ha sido más que formulas frustradas y frustrantes teñidas de una crueldad rampante. Simone Weil, busca con obsesión la utopía social en que la libertad exista en una sociedad igualitaria exenta de totalitarismo y de dirigismo ante el pensamiento que debe ser libre. Ama la libertad de pensar y siente que debe prevalecer siempre sobre la máquina social y colectiva.
El nueve de Agosto de 1936, llega a España implicada de raíz en la guerra civil española. Ella que es profundamente pacifista se viste con uniforme y toma un fusil (sin balas) marchando al frente. Antes se ha reunido en Barcelona con Andreu Nin y Julian Gorkin dirigentes del POUM, con los que discute de política y filosofía, ganándose un cierto desprecio por parte de Gorkin. Más tarde en una vivienda de sus padres, en Paris, acogerá durante meses a Trotsky, su esposa Natalia Sedova,https://www.lapajareramagazine.com/la-revolucion-truncada-por-el-piolet-80-anos-de-la-muerte-de-trosky uno de sus nietos y a dos guardaespaldas. Las discusiones con el ruso fueron memorables y posiblemente traspasarían los límites de la mutua admiración y respeto aun con la consiguiente distancia entre uno y otra. Él, organizador del ejército soviético, teórico de la lucha de clases, que aplastó sin miramiento los levantamientos de Kronstadt y los movimientos anarquistas. Ella…una pacifista amante de la libertad.https://www.lapajareramagazine.com/historia-resumida-del-anarquismo
En España se une a las milicias de la CNT marchando a Pina de Ebro, donde está la Columna Durruti. Allí percibe la realidad y la crueldad de una guerra que convierte al ser humano en máquina de matar. Presencia un fusilamiento de un joven falangista y entiende que cuando la violencia tiene patente de legalidad, la crueldad humana se desata.
Tiempo después cruzará escritos con el escritor francés George Bernanos que ha recibido el mismo impacto en el otro bando. Un hijo de Bernanos lucha con el bando fascista y le cuenta las monstruosidades que comente. Ambos, Weil y Bernanos, tan distantes ideológicamente, coinciden en el aborrecimiento de la barbarie.
“Está usted más próximo de mí, sin punto de comparación, que mis camaradas de las milicias de Aragón…, esos camaradas a los que, no obstante, yo amaba”. Confiesa en una carta a Bernanos. Quizá, tal como le ocurrió a Chaves Nogales y a Barea, al sumergirse en la violencia de la guerra descubren la animalidad del ser humano en toda su terrible apariencia.
No es equidistancia, en ningún momento Simone Weil duda de cuál es su bando, ni quien es su adversario, es simplemente que la espanta contemplar la barbarie dentro de los suyos.
Marcha de España poco después para nunca volver, el 25 de Septiembre después de hablar y escuchar a los campesinos que viven cercanos a donde se encuentra el campo de batalla. Visita Alemania desde donde hace una exhaustiva disección de la sociedad alemana. Horrorizada contempla como el Partido Socialista Alemán (SPD) está totalmente pasivo ante el avance de los nazis mientras el Partido Comunista (KPD) padece un sectarismo ciego a favor de Stalin. Ambos no serán capaces de llegar a un acuerdo de mínimos mientras las derechas se diluyen y las botas asesinas de los nazis pisotean la República de Weimar. Simone Weil, intuye el peligro, avisa con sus escritos pero obviamente nadie le hizo caso.
Estallando la II Guerra Mundial, la espiritual filosofa pacifista vuelve a saltar al campo de batalla. Quiere trabajar para la Resistencia a la que propone acciones suicidas, como voluntaria. Poco después marcha a Londres y trabaja bajo el mando del general De Gaulle. El hombre de acción la desprecia con el apelativo de loca.
Su firme compromiso con los desfavorecidos continua, a la vez que sigue escribiendo y matizando con su experiencia vital su filosofía. Pasa por momentos de gran misticismo religioso en donde cree encontrar a Dios, incluso siente que Jesús baja hasta ella para poco después constatar con lucidez el silencio de ese Dios ante la barbarie humana. Aunque tuvo un gran acercamiento hacia el cristianismo jamás se bautizó huyendo del lazo que podría suponerle profesar en firme una religión.
Ha contraído tuberculosis y en Londres se niega a alimentarse con más que lo que comen los soldados y la gente bajo el yugo de la guerra. Su cuerpo debilitado y martirizado por su extrema sensibilidad se quiebra en el hospital de Ashford donde muere a la temprana edad de 34 años, el 24 de Agosto de 1943.
El morir en esa fecha le impidió comprobar el horror de los campos de concentración. Quizá de haber visto lo que había ocurrido durante los años de la guerra en la retaguardia tomaría mayor conciencia de ese atronador silencio de Dios, que ya había sentido tanto en la guerra española como en la Mundial. Posiblemente si no se hubiera quebrado su vida, viendo la fantasmagórica marcha de los presos de Auschwitz, Mathausen, o Ravensbrück su mente hubiera enloquecido.
Simone Weil, Simone de Beauvoir, y Hanna Arent, https://www.lapajareramagazine.com/hannah-arentconforman la triada de mujeres más importantes del siglo XX dentro de la filosofía y el pensamiento social.
Apenas publicó en vida, fue gracias a Albert Camus que se deslumbró por su talento, al que debemos conocer los textos de Weil. Los recopiló y fueron editados en Gallimard.
Conocer el pensamiento de esta sublime mujer es obligado para poder entender un poco la humanidad que padecemos y decirnos como el Quijote que reprende a Sancho, lo siguiente:
“Majadero, a los caballeros andantes no les toca ni atañe averiguar si los afligidos, encadenados y opresos que encuentran por los caminos van de aquella manera o están en aquella angustia, por sus culpas o por sus desgracias; sólo le toca ayudarlos como a menesterosos, poniendo los ojos en sus penas, y no en sus bellaquerías”
Esa fue Simone Weil, una enorme y enigmática mujer andante. Salvemos su memoria para no repetir los errores que ella padeció en la historia.
María Toca Cañedo©
https://www.lapajareramagazine.com/historia-resumida-del-anarquismo
Que maravilla de vida parece mentira que muriendo a los 34 años hiciera tantas cosas conocerla tubo que ser una suerte